El postcoronavirus dejará más pobres dependientes de unos servicios sociales agotados

Entidades del tercer sector afirman que otra vez los más desfavorecidos serán los últimos en subir al tren de la recuperación económica
Centro especial de trabajo

El impacto económico y social de la crisis sanitaria del coronavirus está siendo devastador para el tercer sector ya muy malogrado después de décadas de infrafinanciación. Los que viven en la calle, los que hacen las colas para poder llevar una comida a su mesa, los que han perdido la habitación donde viven, los nuevos pobres que han sufrido un ERTE o los que trabajaban en un centro especial limpiando las sábanas de un gran hotel, suben, todos juntos, al furgón de cola del tren de la recuperación económica postcoronavirus y serán de los últimos en salir de la crisis. Son miles de personas, con nombres y apellidos, que sufren las consecuencias sociales de la pandemia del coronavirus.

En cuanto a la gente que vive en la calle, Arrels Fundació ha hecho un recuento y cifran en 1.239 personas las que actualmente duermen en las calles de Barcelona sin que se hayan podido confinar, pero pronto este número se incrementará en unas 700 personas más, los llamados desahuciados invisibles, que en estos momentos se encuentran en los equipamientos temporales.

La parroquia de Santa Anna atiende en Barcelona a unas 70 familias en situación de vulnerabilidad y les facilita comida. Es tres veces más gente de la que atenían antes de la crisis sanitaria de la Covid-19. Una cifra multiplicada por miles se encuentran en los servicios sociales en Barcelona que están atendiendo a 34.385 personas, un 17% de los cuales son usuarios nuevos. Durante los meses del confinamiento se han otorgado 9.200 ayudas de emergencia con un valor global de casi 4 millones de euros y se ha pasado de repartir 3.810 comidas diarias a 11.150.

Los servicios sociales están desbordados, como también lo están las asociaciones dedicadas al tercer sector. Para poner un ejemplo, la fundación del Secretariado Gitano conjuntamente con La Caixa han aportado de manera extraordinaria 100.000 euros al fondo de emergencias para hacer frente a la crisis social y evitar la exclusión social del colectivo gitano. El 40% de la población gitana vive de la venta ambulante, parada desde el confinamiento, y el 86% está por debajo del umbral de la pobreza.

El alud de ERTEs ha llevadp a muchos ciudadanos a ser los nuevos pobres
Los llamados nuevos pobres también tienen billete para el furgón de cola de la recuperación de la crisis económica que ya está presente a raíz de la pandemia del coronavirus. Más de la mitad de los catalanes han perdido poder adquisitivo según la encuesta de Eurofound y uno de cada diez no podrá pagar su vivienda. La encuesta "Vivir, trabajar y Covid-19 de Eurofound" pone de manifiesto que el 31% de las personas preguntadas habían perdido, temporalmente, su trabajo con un ERTE pero que el 20% temía perder el trabajo de manera indefinida al volver a la normalidad.

Uno de los sectores más perjudicados son los centros especiales de trabajo (CET) que dan trabajo a colectivos de discapacidades intelectuales o con trastorno mental. Una de cada tres personas discapacitadas ha perdido su trabajo durante la crisis sanitaria, el 33,5%, a la vez que se ha aplicado un ERTE al 46% de los centros afectando 5.353 trabajadores. Desde las patronales de economía social Dincat y Ammfeina se habla que pueden estar en peligro 9.500 puestos de trabajo y se insta a la Generalitat a que garantice la viabilidad económica de estos centros. El problema radica en el hecho de que entidades del tercer sector temen que todo y los esfuerzos y las ayudas, el furgón de cola del tren de la recuperación de la crisis por la pandemia está a punto de desengancharse definitivamente.

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