El confinamiento como oportunidad

A pesar de no estar todavía en junio y no poder oir a las golondrinas, al empezar a escribir estas líneas me viene a la memoria el tiempo anual de exámenes, coincidiendo con los autoenclaustramentos domiciliarios 'de última hora' de los estudiantes para aprobar el curso. Excepto enfermedades puntuales o algún castigo 'sumarísimo', no recuerdo ninguna otra autorestricción de la libertad de salir de casa, hasta que nos llega esta, totalmente inesperada y por razones de supervivencia. Así que intento adivinar las reflexiones que intuyo hierven en el pensamiento de tantas personas, que tendrán mucho que decir cuando acabe esta pesadilla negada hasta que ya la tuvimos encima, y tuvimos que correr. Este artículo pretende proporcionar material para una salida entusiasta.

En Europa estábamos tranquilos, porque así nos lo decían los políticos al mando, e, incluso, los mismos científicos lo reconocían ('no hay que correr'). Acostumbrados como estábamos a considerar unos frikis e hipocondríacos a los turistas chinos o japoneses con sus 'ridículas' protecciones bucales, resulta que hoy este trozo de tela es la aspiración de millones de personas y el estraperlo se está haciendo de oro. Uno de los cuatro jinetes de la apocalipsis llegó finalmente. Pocos días después veo con horror en el cielo de los Estados Unidos miles de aviones volando todavía por encima de su territorio (flihgtradar24). Constaté que allí también se lo habían tomado a la ligera a pesar de haber tenido el triple de tiempo para prepararse. Ahora ya saben 'la que les está cayendo'.

Transformar el confinamiento en oportunidad ha sido, pues, para mí un objetivo clave y por eso me propuse no caer en la intoxicación, escribir artículos como este, y lanzarme sobre una lista de libros pendientes de leer. Sin embargo, las reflexiones sobre la situación hervían en mi cabeza, así que al ir a coger el primer libro del montón, decidí revisarla entera, y extraje de más abajo tres libros que esperaban su turno y que les recomiendo entusiásticamente.

1. Algo va mal, de Tony Judt, libro que quería releer, 2. Utopía para realistas, de Rutger Bregman, libro del que ya había leído algún capítulo, y 3. Abrir en caso de apocalipsis, de Lewis Dartnell, libro que no leí, obedeciendo inconscientemente el consejo del propio título porque 'no tocaba', hasta que vi que, ahora sí, era el momento de abrirlo. Los tres me parecieron excelentes grandes mobilizadores para el cambio de actitudes que hace años estoy promoviendo. Tengo que señalar, antes de seguir, que desde 2003 con el primer vaivén económico, me lancé a escribir artículos y a presentar ponencias en congresos de Economía y Psicología, sobre la necesidad de vivir de otro modo, pero fue sobre todo durante la crisis de 2007 cuando dejé testimonio escrito de la necesidad de dar un serio golpe al obsoleto sistema neoliberal (sin que me tildaran de comunista) que nos llevaba a un auténtico desastre social. Incluso previne a los lectores que, sin cambios, en la siguiente crisis el gobierno nos 'obligaría' a meternos en nuestro 'bunker vídeo acondicionado', cerrando bien la puerta con clave. Fue una recomendación profética, se lo aseguro. Dispongo del artículo.

Judt resalta en su libro que "hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos". La ciudadanía empezó a hacer una fuga hacia adelante en la década de los ochenta, incapaz de hacer una parada en el camino, década donde el desprecio por el sector público y la no regulación de mercados mantenida después de la crisis de 2007, no cerrada, volvió a llevar a la población, incluso a la que más había sufrido, a seguir con su consumo salvaje habitual, estimulado por las élites y grandes marcas, ansiosas de volver lo antes posible, a los beneficios.

Stiglitz, Nobel de economía renegando, una vez tras otra, del nefasto y obsoleto sistema neoliberal que llevaba cuatro décadas abriéndole un agujero al mon, difícil de recoser, agujero corroborado por Piketty, al levantar su voz sobre la obscena desigualdad de la riqueza mundial proyectada hacia arriba, disfrutada y gestionada por unos pocos que no cesaban de pedir más y más. La carencia de reacción ante estos dos monstruos de la economía me convenció de que sin la fuerza de la gente unida no habría nada que hacer. Quizás ahora si sea el momento de cambiar la nuestro forma de vida (lean al lamentablemente desaparecido visionario de Judt).

Bregman en su Utopía para realistas, se refiere a la necesidad de ofrecer al mundo un montante económico de subsistencia (renta básica universal), dinero recaudado con la capacidad de producción de bienes por parte de los super robots, nuevos productores sin sueldo, ni vacaciones, ni contrato. Bregman nos habla de la necesidad de adoptar una conciencia colectiva basada en la unión, una unión que, insisto, tendría que ser uno de los principales efectos de esta pandemia en la ciudadanía. La gente unida puede cambiar el mundo, pero los partidos hacen lo posible para des-unirnos, y no nos damos cuenta de la estrategia. Se refiere a la la ineptitud de los políticos al no ser capaces de imaginar por ellos mismos (bloqueados cómo están por las élites que los subvencionan) un sistema diferente del todavía existente por los intereses de élites mas reducidas y poderosas.

¡Pero presten atención¡ Este sistema económico nuevo, fresco, honrado, con beneficios globales, gratificante y que hace feliz a los que están comprometidos con él, ya existe aunque circula por carreteras secundarias porque no interesa al neoliberalismo. El lema que en realidad el mundo entero tendría que consensuar, sí o si, es uno sólo: Interés general o barbarie. Entendiendo por interés general, tomen nota: el trabajo con sentido, gestión democrática, lucro limitado, unión y cooperación, una generosidad no excluyente, solidaridad plena, con un cuidado exquisito y preservación del medio ambiente. Variables que el sistema neoliberal no tolerará nunca.

Finalmente el libro de Dartnell, Abrir en caso de apocalipsis, no es un libro de subsistencia para el confinamiento. Es un verdadero manual de reconstrucción para después del desastre. ¿Qué tendremos que hacer cuando el mundo vuelva a abrirse y podamos salir del bunker? A pesar de la recuperación, la vida ya no será la misma habrá que rediseñarla, en clave de comportamientos, y actitudes. Tendremos pérdidas pero también mejoras, si lo sabemos aprovechar y redirigimos nuestra forma de vivir. Dartnell nos descubre aquello que no hemos sido capaces de adivinar ocupados como estábamos en tantas bagatelas. El libro resalta también el potencial creativo que pervivirá siempre en los humanos. Esta capacidad creativa y solidaria ya se ha demostrado en los primeros quince días de confinamiento, entre otras cosas, mediante la creación y construcción en cadena de respiraderos para UCI con el motor del parabrisas del Seat León (300 al día), la restauración para el personal hospitalario, el apoyo psicológico profesionalizado, la confección casera de mascarillas, el lavado diario de ropa de sanitarios, y un largo etcétera, que no únicamente nos devuelve la confianza en el ser humano, si no que nos dice que juntos podríamos cambiar el mon.

Los tres libros nos dan múltiples e impagables lecciones de vida a aplicar cuando salgamos de nuevo a un mundo hoy cerrado, porque la salida será bastante más complicada, difícil y dolorosa que la entrada. Cojan estos libros que hablan de futuro, puesto que con ellos nuestra incertidumbre sobre lo que vendrá será bastante menor de lo que sería sin ellos, y por favor conjurémonos esta vez para no ser nunca más unos 'necios'.

Como seres humanos tenemos capacidad de pervivir en el planeta después de un desastre como este, pero sólo si damos un giro de 180 grados a nuestra forma de vivir. Un nuevo paradigma de vida, si o si, era y continúa siendo -hoy con más sentido que nunca- el título de la comunicación que presentaré en el Congreso Internacional de Psicología del Trabajo y las Organizaciones, en las Palmas de Gran Canaria, aplazado hasta octubre.

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