La crisis del coronavirus provoca una incertidumbre total sobre el final del curso universitario

Los rectorados se oponen al aprobado general pero temen protestas de los estudiantes si hay muchos suspensos
Fachada del edificio de la Universitat de Barcelona
Fachada del edificio de la Universitat de Barcelona

La situación generada por el cierre de los recintos universitarios a raíz de la pandemia de la Covid-19 ha generado una gran incertidumbre sobre cómo acabará este curso académico. De momento, no ha habido excesivas dificultades para continuar la docencia de forma telemática, a pesar de que en algunas facultades ha habido quejas de estudiantes que consideran que hay profesores que no organizan bien el trabajo con el nuevo sistema.

Otro problema que temían los responsables de las doce universidades catalanas era que sus sistemas informáticos no resistieran la sobrecarga de trabajo de las últimas semanas. Con algunas incidencias, todas han ido resolviendo esta cuestión de forma bastante eficaz. De todos modos, algunos rectorados han pedido al profesorado que se coordine para no concentrar todos los exámenes o prácticas en los mismos días y horas para no sobrecargar los servicios informáticos.

La gran incógnita es como se hará la evaluación final de este curso académico. Se ha creado un grupo de vicerrectores para analizar esta cuestión que, de momento, se opone a la concesión de un aprobado general cómo ha decidido el gobierno italiano. Este grupo considera que se puede garantizar que ningún estudiante pierda el curso por razones vinculadas a la pandemia, que se puede mantener la calidad académica de las enseñanzas y que se tiene que respetar el principio de autonomía de las universidades.

Se descarta que las ocho universidades públicas apliquen criterios distintos. Es decir que no se contempla que unos centros opten por el aprobado general y otros, no. Tampoco es previsible que las cuatro universidades privadas concedan este aprobado generalizado. El grupo de vicerrectores tiene previsto reunirse los próximos días para perfilar una propuesta de consenso. Lo hará bajo la presión de algunos sindicatos de estudiantes que ya se han manifestado favorablemente a que todos los universitarios pasen a los cursos siguientes u obtengan la graduación.

La opción más plausible, hoy por hoy, es que los rectorados animen a los profesores a ser generosos en sus calificaciones, suspendiendo sólo a los alumnos que no se hayan tomado en serio los estudios y poniendo buenas notas a aquellos que se hayan esforzado para aprender y sacar adelante el curso. La incertidumbre, sin embargo, y una sensación evidente de improvisación marcan el estado de ánimo de la comunidad universitaria catalana. Una sensación compartida en el resto de universidades españolas.

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