Los charlatanes

Cuando era pequeño, acompañaba a mi padre a la feria de reyes que, invariablemente, cada 6 de enero de cada año, se hacía (y aún se hace) en el paseo de Igualada. Quedaba absorto ante una figura que, con el paso del tiempo y lamentablemente, se ha ido perdiendo, la del charlatán. Un tipo que igual te vendía un colchón que te sacaba todos los males del mundo, como unos cuchillos que cortaban lo que no está escrito. La temática me daba igual, lo que me maravillaba era la verborrea del personaje, que encadenaba frases a una velocidad inexplicable y con una locuacidad inimaginable. Me abruma y me podía quedar plantado ante su parada, hasta que mi padre me tiraba del brazo para proseguir el viaje. Unos individuos que luego observaría en películas del lejano oeste o en los cómics de Lucky Luke. Recuerdo con añoranza al doctor Doxey (en la versión castellana, Doxio), un vendedor de un elixir que hacía crecer el cabello, o eso decía. Con el paso del tiempo, aquellos charlatanes o vendedores de humo o dile como quieras, han mutado de producto e incluso de aspecto, pero siguen al acecho y a la que te descuidas te endiñan el elixir de turno, eso sí, siempre a un módico precio. Aquel charlatán que vendía regeneradores capilares en el oeste se convirtió en un 'telepredicador' o 'coach'.

Cada crisis tiene su experto que, a poco bien que hable, acaba girando por los platós de televisión, haciéndose mediático. No se puede generalizar, lo sé, pero muchos de estos me recuerdan al doctor Doxey. Así, la crisis financiera de 2008 encumbró economistas en todo el mundo. Algunos de ellos, incluso, después harían el salto a la política. El gurú económico por excelencia de aquella etapa fue el griego Yanis Varufakis. Un "marxista libertario", así se definía, que se convirtió en un auténtico fenómeno de masas; después, todos los países buscaban su Varufakis. A falta de Varufakis, en España se popularizaron personajes como Leopoldo Abadía, un veterano ingeniero que, sin ser economista, hizo fortuna vendiendo sus tesis ninja sobre la crisis. Otro Doxey fue el broker y triatleta Josef Ajram. En otro nivel, se popularizaron economistas de más renombre como Gay de Liébana, Niño-Becerra, Gonzalo Bernardos, o el llamativo Sala i Martín.

Casi sin tiempo de recuperación, de la crisis financiera pasamos a la del ‘procés’ catalán. Aquí, sustituimos a los economistas por los abogados. Los nuevos Doxey defendieron a los políticos catalanes juzgados y acusados ​​por la celebración del referéndum del 1 de octubre. De bajo aquellas togas salieron los ya célebres Jaume Alonso-Cuevillas, que luego se dedicaría a la política, o Gonzalo Boye, de quien incluso hicieron un documental, o tantos otros: Xavier Melero, Jordi Pina, Andreu Van den Eynde o Pau Molins. Muchos de ellos se han convertido en escritores mediáticos que, como Doxey, han vendido por Sant Jordi sus regeneradores capilares.

Finamente, ya metidos en la crisis sanitaria por el coronavirus, a la lista de mediáticos añadimos ahora los epidemiólogos. Poco sabíamos antes de la tragedia que nos azota sobre la vida y milagros de gente como Fernando Simón, erigido en portavoz de la lucha española contra el coronavirus, que finalmente se infectó; o de su versión catalana, el doctor Joan Guix. Uno de los más mediáticos ha sido, sin duda, el joven epidemiólogo Oriol Mitjà, asesor del presidente Quim Torra en el desconfinamiento. También cabe destacar el jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínico de Barcelona y miembro del 'sanedrín' que asesora al presidente Pedro Sánchez, Antoni Trilla, entre otros.

Desconozco cuál será la próxima crisis y, por tanto, ignoro igualmente cuáles serán los afortunados que se convertirán en las nuevas estrellas del firmamento televisivo. Mientras espero, releo, confinado, las aventuras del gran Luky Luke y su ilustre vendedor de crecepelo, el doctor Dowey.

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