Al alcalde de Igualada, Marc Castells, y a la consejera de Salud de la Generalitat, Alba Vergés, les denominan ya los 'Pimpinela' igualadinos. Como los hermanos argentinos, que dirimen cantando sus diferencias, Castells y Vergés hacen algo pareciendo en sus respectivas ruedas de prensa. Hace días que se pelean por el recuento de muertos por coronavirus en la zona confinada de la Conca d'Òdena -Igualada, Vilanova del Camí, Santa Margarida de Montbui y Òdena-. El viernes, el departamento de Salud anunciaba que en la zona no se había producido ninguna víctima mortal por coronavirus; al día siguiente, los alcaldes de la Conca contradecían los optimistas datos y, con datos de la funeraria, cifraban en 11 los muertos del día.
La historia viene de lejos. Hace pocos días que Castells comparó las cifras del 2019 con las del 2020 -47 contra 140-, para concluir que las estadísticas que da cada día Salud no se ajustan a la realidad. Una consideración que Salud aceptaba y anunciaba que a partir de ahora harían el recuento con datos de las funerarias. Pero la paz ha durado hasta el recuento del viernes, otra vez erróneo.
Las diferencias entre Castells y Vergés van más allá. La consejera encontró "inviable" los 70.000 test de coronavirus que el alcalde pide para controlar la población. Después, Salud también cuestionó el hospital de campaña que Castells mandó habilitar en el polideportivo de la capital de la Anoia.
Quizás ahora que podría levantarse el confinamiento perimetral de la zona, Castells y Vergés pueden verse las caras y limar sus diferencias. Estaría bien, cuando menos pensando en una zona altamente castigada por el maldito coronavirus.
