Un clamor por la Renta básica universal e incondicional

Una propuesta ya conocida como la Renta Básica universal e incondicional está emergiendo con fuerza estos días de pandemia. La idea es sencilla: una renta universal y para todo el mundo tal como el sistema sanitario y educativo, para no caer en arbitrariedades y en controles administrativos difíciles y costosos, que hacen perder tiempo y dinero intentando discernir quién tiene derecho y quien no. Sin ninguna condición añadida a la ciudadanía que garantice aquello básico y que supere el umbral de la pobreza, sin importar con quien se convive y qué ingresos se tienen. Una propuesta lógica, clara y del todo deseable que aparece como una de las posibles soluciones a la crisis que nos plantea la pandemia del coronavirus. Necesitamos estar en confinamiento por salud pública pero seguimos con necesidad de ingresos económicos para vivir.

La Renta Básica incondicional (RB) no es una piedra filosofal y no acabará con todos los problemas sociales pero sí que plantea una importante redistribución de la riqueza. En un momento en que la crisis sanitaria puede llevar, también, a un colapso económico se evidencia como una propuesta muy necesaria y totalmente factible. Los efectos económicos de la pandemia no son colaterales sino directos. Los ERTO en Catalunya ya afectan a más de 280.000 personas que no saben cuál será su futuro laboral después de esta crisis, de la que ni siquiera sabemos cuánto de tiempo durará. Este impacto directo afecta a la supervivencia diaria de muchas familias también repercute en los servicios básicos y públicos a los que tenemos acceso.

La carencia de ingresos afecta a la vivienda, con hipoteca o de alquiler; a la alimentación y productos básicos y a los suministros, es decir impacta directamente en los bienes básicos. Sólo una redistribución de rentas que ponga en el centro el bienestar de las personas, y que se haga de acuerdo con la vida y no con el trabajo o los beneficios económicos, puede dar salida digna a una situación que se está desbordando y que los gobiernos están improvisando para abordarla.

Previamente ya venimos de una situación de crisis económica que dejó a una de cada seis familias de clase media en la pobreza, que aumentó en más de un 14% el conjunto de las personas trabajadoras pobres (working poors) y que disparó las desigualdades sociales considerablemente, siendo el Reino de España el cuarto país con más desigualdades de la Unión Europea. Hay que recordar, por muy ofensivas que sean, los siguientes datos del último informe de Oxfam: el 10% más rico del Reino de España concentra más riqueza que el conjunto de la población.

Las sucesivas reformas laborales en medio de la crisis económica han precarizado el mercado de trabajo y han facilitado el despido. Han proliferado trabajos donde abunda la inseguridad en salarios y contratación, así como las condiciones en que se lleva a cabo. Algunas empresas son desgraciadamente bastante conocidas estos días por las malas condiciones de trabajo: Amazon, Glovo, Deliveroo…

La RB no sólo tiene que ser una medida de emergencia, tiene que ser la base para hacer este cambio de paradigma poniendo la vida y las personas en el centro de las políticas y la economía y no los beneficios económicos. Esto comporta un cambio social importante. No sólo viviríamos en un mundo social y económicamente más justo sino que haríamos un cambio de valores revolucionario. Aquello que ahora es precario y que ha devenido básico tendría más valor. Aquello invisible y no contabilizado económicamente, como es el trabajo familiar y de curas que mayoritariamente hacen las mujeres, estaría en el centro de nuestra sociedad.

La RB es, además, viable económicamente. Hay una propuesta de financiación en la que ganaría el 80% de la población. Hace falta, sin embargo, ordenar y racionalizar todas las prestaciones y ayudas y concentrarlas en una de sola como la RB. Hay que revisar y reformar el sistema fiscal de cara a no seguir rebajando impuestos que posibilitan los sistemas públicos del Estado del Bienestar. Al contrario, se trata de que quienes más tienen paguen más impuestos de lo que hacen ahora.

Los últimos días se ponen sobre la mesa diferentes propuestas para hacer frente a la emergencia. Creemos que ahora es el momento de no dar pasos atrás ni en el sistema público ni en los derechos sociales. La RB entendida como una cuarentena universal e incondicional que dé respuesta a la pandemia sí, pero también como barrera a las desigualdades económicas estructurales, independiente del trabajo remunerado. La propuesta de una verdadera RB es lógica y deseable y ahora es el momento. La situación lo requiere.

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