«En los últimos años, Barcelona se ha hecho pequeña culturalmente»

Entrevista a Iolanda Pàmies
Iolanda Pàmies
Iolanda Pàmies

Periodista y escritora. Es autora de dos libros de poesía: L’illa de la flor Suem. También hizo un experimento con foto-poemas, línea en la cual sigue trabajando. Forma parte del PSC, milita en el feminismo y colabora con el Club Còrtum.

¿Por qué los nacionalismos se inmiscuyen y dedican especiales esfuerzos a instrumentalizar la cultura? 

La cultura, más allá de ser un ámbito donde la gente puede disfrutar y evadirse, construye a las personas y las sociedades. Entonces, cualquiera que quiera llevar a esas personas y sociedades hacia su terreno, tiene un buen caldo de cultivo en la cultura. Es obvio, pero no siempre se da así. A veces, tenemos esta visión, pero también comprobamos, por ejemplo, que las inversiones en cultura de ciertos nacionalismos tampoco son tales. Cuestión que bien podría ser motivo de estudio.

Se entiende que la cultura, si deja de ser negocio, tendría que ser asumida por lo público ¿Esta relación entre público y privado en la cultura no se asemeja, con sus claro-oscuros, a la de las parejas en los matrimonios conflictivos?

Sí, tiene algo de esto, con todo lo de bueno y malo que ello conlleva. Pero es una relación necesaria, porque si la cultura es construcción de la persona y de la sociedad, construye también igualdad de oportunidades para la gente. Y en este ámbito tiene que ser lo público quien lo fomente, para que todo el mundo, nazca donde nazca, tenga los recursos y los precedentes sociales que tenga, pueda acceder y practicar la cultura como quiera. Eso tiene que hacerse desde lo público y, en consecuencia, lo que hay que evaluar no es el beneficio económico sino el social. Pero también es cierto que existe otra parte de la cultura que tiene un componente privado, que tampoco puede ser excluido de la ayuda pública. 

En cualquier caso, también ocurre que cuando depende de lo público, el poder tiende a utilizar la cultura en favor propio, como bien se pone de manifiesto, por ejemplo, en Cataluña…

Hay algo de esto, que se ha acelerado y acentuado, con el “Procés”. Y es precisamente aquí donde hay que realizar un especial esfuerzo, porque vivimos en sociedades diversas y, por tanto, la diversidad cultural es uno de los ejes principales que hay que fomentar, y no el exclusivismo. Más incluso que utilizar la cultura, lo que se ha hecho es asociar la lengua al nacionalismo, cosa que es fuente de conflicto con todo lo que se hace en otra lengua. Cuando hablamos del catalán nos referimos también a una lengua que hay que proteger. Pero sin asociar cultura a lengua, porque la cultura es mucho más que la lengua y se exprese en el idioma que sea o, incluso, que lo haga sin pasar por el lenguaje verbal, como la música, la danza, la plástica…

¿A estas alturas, que se puede decir de la relación entre cultura y medios de comunicación?

Me pregunto porque no somos capaces de explicar la cultura desde los medios de comunicación, que resulte atractiva para la ciudadanía. Aún hoy, cuando hacemos, por ejemplo, programas de libros, generalmente es en horarios tardíos, segundos canales o suplementos que no acaban de llegar a la gente. Los que nos dedicamos a la comunicación y nos gusta la cultura deberíamos pensar en porqué no conseguimos que la cultura sea atractiva para la mayoría. Si somos especialistas en explicar las cosas, deberíamos encontrar la manera de que se lea el artículo que se ha escrito sobre un libro o vea el programa del que se habla de música. Hay que buscar otras narrativas y la forma de unirlas para explicar algo. Pero, claro, en buena medida todo esto no llega porque no se apuesta por ello.

¿Todo esto no debería quizá empezar por la Escuela?

Este es el quid de la cuestión. Hay que introducir la cultura en la Escuela como está el deporte, la ciencia… No puede ser que la cultura sea algo residual en la Enseñanza, que los niños y niñas salgan de la Escuela sin entender de teatro o pensando que la poesía es muy difícil, porque nadie les ha enseñado a leer poesía. O, peor aún, que con 15 o 16 años te dicen que te leas unos libros de poesía que no puedes entender, que no van contigo y no te interesan para nada. Con ello lo que se consigue es que nunca más se te ocurra leer poesía. La filosofía, el arte, la literatura, la música…, debe formar parte de la cultura básica. Cualquier persona, se dedique a lo que sea, si quiere, tiene que poder ir al teatro y poder hacer teatro. Esto entronca con sociedades más desarrolladas, más justas y también más críticas.

¿En un mundo globalizado, trasciende la cultura de las lenguas, los países y las fronteras?

No se excluye lo próximo y lo lejano, lo propio y lo ajeno. De hecho, ya son en buena parte lo mismo. En Barcelona se hablan más de 300 lenguas. Sin perder cada cual su propia identidad, que todos las tenemos, hay que tender a fusionar culturas diferentes. Algo que es una cultura inmensa, que nos abre mucho la mente. A mí, me gusta viajar porque permite conocer otras maneras de pensar, de vivir, de ver las cosas. Y, desde luego, aquí, en Cataluña, tenemos que fomentar, no solo un modo de vivir la cultura, sino muchos; más allá de la lengua. 

La explosión culinaria, a escala global, podría ser un ejemplo muy acabado de esta universalización de la cultura…

En Nou Barris se hace todos los años la Fiesta de las sopas del mundo. Colectivos procedentes de toda España, comarcas de Cataluña y de medio mundo, hacen sus sopas tradicionales. Está llenísimo de gente, que quiere contrastar sus gustos ya conocidos y, sobre todo, experimentar otros nuevos. Esto pone de manifiesto que, con solo apretar un poco el botón, pueden desencadenarse procesos muy interesantes de conocimiento y enriquecimiento cultural.

¿En el caso de Barcelona, están amenazadas, recortadas o mediatizadas estas potencialidades objetivas de universalización y cosmopolitismo cultural por un nacionalismo que quiere interpretarla solo como capital de Cataluña?

En los últimos años, Barcelona se ha hecho pequeña culturalmente. Hubo una época en la que competía con Madrid e, incluso, era más fuerte. Ahora es al revés, pero creo que se empieza a ver que esto no puede ser y se empieza a trabajar para revertir la situación. Pero no será fácil., porque llevamos años en la tendencia a hacer más provinciana la ciudad de Barcelona. Esta ciudad tiene un gran potencial y hay que ponerla en el mundo, también en el ámbito cultural. 

Los nacionalismos también instrumentalizan la cultura a través de la creación de grandes iconos, y Cataluña no escapa a ello, sino todo lo contrario: Museo Nacional de Arte de Cataluña, Palacio de la Música Catalana, Museo Nacional de la Ciencia y el Arte de Cataluña, Museo de Historia de Cataluña…

Sí, incluso más allá, también existía el cantautor nacional, la escritora nacional de referencia ¿Por qué uno, pensaba yo? ¿No puede haber unos cuantos más? Esa tendencia a capitalizar, a apropiarse de las cosas, en nombre de la nación expresa un deseo de patrimonializar lo que es de todos, y resulta nefasta. Cuando se estaban erigiendo esas rimbombantes entidades culturales, nació, por ejemplo, el “Teatre Lliure”, que era una historia muy diferente. Funcionó a las mil maravillas, incluida una fórmula de organización y un tipo de teatro revolucionarios. La cultura tiene que adaptarse a eso, aliarse a las nuevas tecnologías y no resistirse a ellas.

¿A escala de Cataluña, la cultura no demanda también mayor descentralización, un modelo, digamos, más federal?

Yo vengo de Reus, una ciudad que fue culturalmente muy potente en el XIX, sobre todo en la época del modernismo, y que ha ido perdiendo fuelle, porque  al final, Barcelona tiende a concentrar actividad. En Barcelona se habla mucho del centralismo de Madrid, pero poco del que ella misma ejerce. Esto hay que revertirlo, porque la igualdad de oportunidades también pasa por los territorios. 

Se vuelve a hablar de la capitalidad cultural Barcelona-Madrid, extensible, como ahora propone Jaume Reixach, a Lisboa ¿Será esto posible o solo responde a aspiraciones que, como el Guadiana, afloran de vez en cuando?

Existe entre algunos más la pulsión por compararse que por compartir. La Península Ibérica es un espacio con mucho potencial lingüístico y cultural, con una posición privilegiada respecto a África. Todo esto hay que ponerlo en valor.

¿Qué opinión te merece Rosalía, como fenómeno ibérico?

Me gusta mucho Rosalía, por lo que expresa y cómo lo expresa. Es una mujer valiente, sin miedo a fusionar culturas, música… Rosalía es un icono de por dónde tendría que ir la cultura. Muy preparada. Capaz de hacer cosas extraordinarias y llevarlas a todas partes.

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