El directivo de Josep Maria Bartomeu que más ha cambiado de posicionamiento en esta fase preliminar de las elecciones que venden ha sido, sin duda, Xavier Vilajoana. Un miembro joven de la junta incorporado después de las últimas elecciones (2015) a quien no le sobran ambiciones, inquietudes y por supuesto una enorme inexperiència demostrada a lo largo de estos cinco años donde ha sufrido un aumento preocupante de miopía estratégica.
Derivado por Bartomeu al área deportiva, al fútbol formativo en concreto, Vilajoana dejó muy pronto de ser un avispado aprendiz de directivo para empezar a discutirle la titularidad a sus compañeros. Si no de forma expuesta sí que procuró, por todos los medios, que los errores o debilidades de sus compañeros quedaran en evidencia.
Así fue cómo se fue labrando una cierta cuota de directivo en claro ascenso mientras iba erosionando la imagen y el crédito de sus superiores; eso sí, a base de criticar los mandos superiores pero desentendiéndose de sus responsabilidades como soldado.
Algunos ya descubrieron su juego cuando, con motivo del 1-O, hizo un gesto de dimitir por discrepancia abierta con la decisión de jugar el partido contra Las Palmas. En lugar de esto, se desdijo de su primer gesto y decidió quedarse, aconsejado por un entorno externo integrado por personas que no son precisamente amigos de Bartomeu ni de lo que representa.
Después movió hilos para postularse como candidato continuista, incluso cuando todavía no se había autodescartado Jordi Cardoner, vicepresidente primero y en contra también del movimiento a favor de Emili Rusaud, con el que finalmente se alineó. El caso, pero, es que durante la agitada junta del 21 de febrero pasado, cuando Cardoner y Rousaud intentaron moverle la silla a Bartomeu, sorprendentemente Xavier Vilajoana no se inclinó en ninguna dirección concreta, previendo que la rebelión no iba a ninguna parte. Tampoco se abrazó a Bartomeu, quedándose no sólo en un terreno confuso, sino incapaz de saber exactamente qué camino coger. De tanto dudar se ha quedado en fuera de juego.
