La exhumación del dictador Francisco Franco del mausoleo de Valle de los Caídos se produjo un día que había pleno en el Parlamento de Cataluña. Los socialistas estaban exultantes, satisfechos a niveles estratosféricos. Antes de ver como iría, ya fanfarroneaban de ser los impulsores de un hecho que consideran clave en la historia y el fin de una etapa postransición.
Pero la cosa iría a más, y ni periodistas ni diputados podían imaginar hasta donde llegaría. Y es que la dirección del PSC dio instrucciones a todos sus miembros del grupo parlamentario para que hablaran de Franco, de la exhumación y de lo que esto suponía en cada intervención del pleno. Tanto era que el discurso fuera en una moción que trataba sobre seguridad o sobre salud en el mundo rural. La cuestión era colar el tema del día.