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Los partidos políticos sufren una crisis de ingresos para el 10-N

La repetición de elecciones y la sucesión de campañas para los diferentes comicios han dejado a los partidos políticos en una situación económica precaria. Las deudas por las costosas campañas se acumulan y, a pesar de no ser escandalosos ni inasumibles, han encendido las alarmas de los gerentes de la mayoría de las formaciones. Pero si hay un elemento común en todos los departamentos de finanzas de los partidos es la constatación de que su gente ya no puede hacer más esfuerzos extraordinarios por otras elecciones. Y es que habitualmente las direcciones piden a su militancia y a sus simpatizantes aportaciones económicas puntuales, más allá de las cuotas marcadas, para sufragar parte de los actos de las campañas y los gastos que se derivan.

Pero la acumulación de citas electorales ha hecho que los partidos ya no sepan qué explicar a sus afiliados para conseguir que, de nuevo, desembolsen más dinero. La buena voluntad y su causa son elevadas en los militantes, pero tienen límites. Y después de tantos comicios seguidos, se han traspasado. Las cuentas corrientes de los partidos políticos lo han notado, y mucho.

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