La inseguridad no asusta a los turistas que visitan Barcelona

Los expertos afirman que el repunte de la violencia en las calles de la capital catalana este verano no es un hecho excepcional
Robatòris al metro
Robos en el metro

Más de un millón de turistas se han paseado por las calles de Barcelona durante el mes de julio, y casi la misma cifra durante agosto. Unos números de récord que contrastan con las alarmistas portadas de los diarios que anunciaban una crisis de seguridad en la ciudad. Precisamente, el Colegio de Criminólogos hizo público un comunicado en que desmentía la crisis de seguridad en la ciudad y pedía no castigar determinados colectivos como los inmigrantes, los manteros y los menores extranjeros no acompañados (MENA).

La criminóloga Helena Mulero afirma que "en 2012 había un índice de criminalidad mucho más elevado, que al cabo de unos años baja y repunta en 2018. Pero todo y lo que tenemos, no llegamos a los límites de 2012". Según explica la experta en criminología, "el carterista está en París, en Londres o en Barcelona, allá donde haya turistas, pero aquí tenemos uno de los códigos penales más punitivos de Europa, a pesar de que la percepción no es esta por culpa de la justicia, que está colapsada. No es tanto que el Código Penal sea laxo, sino que la justicia es lenta".

Para Mulero "no contamos que los últimos dos años los turistas y los cruceristas han aumentado exponencialmente, y esto es un llamamiento para los carteristas. ¿Dónde van, si no? Donde hay los turistas. ¿Y estos por dónde se mueven? No van a Sarriá o la Bonanova, sino a Ciutat Vella y las Ramblas, el Eixample y el Poblenou".

Ciutat Vella es el distrito donde se concentra el número más grande de delitos, crecen los narcopisos y las redes de prostitución, pero es que también es lo más visitado por los turistas. Y es precisamente en los meses de junio a septiembre cuando aumentan más los delitos. "Por lo tanto podemos afirmar que la delincuencia en estos casos es estacional y ligada al turismo", asegura Mulero. Tristemente, las agresiones de carácter sexual también aumentan, y llama la atención que los últimos incidentes denunciados ante los Mossos han sido de chicas extranjeras.

Aún así, los hurtos continúan siendo lo que más crece durante estos meses y lo que ha situado a Barcelona en el mapa de las ciudades violentas. Mientras se levantan voces reclamando una modificación del Código Penal, desde el Colegio de Criminólogos abogan por aplicar lo que realmente funciona. "A veces se hacen reformas penales más de cara a la galería, como por ejemplo que tres faltas de hurto ya es un delito, pero lo que se tiene que hacer, realmente, es que haya un registro actualizado de faltas, hurtos y delitos entre los diferentes cuerpos de seguridad. La solución no es endurecer las penas, sino aplicar lo que funciona de verdad".

El Eurostat matiza la mala fama que se está difundiendo por todas partes
A pesar de que Barcelona encabeza el ranking de ciudades con más delitos del Estado, bien es verdad que España está entre los países más seguros de todo Europa. Según los datos del Eurostat, la oficina europea de estadística, España no se encuentra en ningún lugar destacado en cuanto a robos, agresiones sexuales u homicidios.

De los 41 países consultados, España ocupa la posición 34 en cuanto a homicidios, la 31 en robos y hurtos, la 21 en agresiones y la 27 en delitos sexuales. Sorprende que países como Francia o Bélgica dupliquen la tasa de homicidios de España mientras que Dinamarca, Italia, Suiza o Alemania nos superan en robos y atracos. Escocia e Irlanda se sitúan al frente en agresiones sexuales, y el Reino Unido y Suecia tienen el dudoso honor de ser los primeros en cuanto a violaciones.

Todo y estos datos, la prensa internacional ha llenado portadas alertando del peligro de viajar a Barcelona. El Frankfurter Allgemeine titulaba hace unos días: "Barcelona, ciudad de ladrones" y las embajadas, como por ejemplo la de Estados Unidos, recomiendan a sus turistas extremar la precaución si visitan la ciudad por la pasividad e impunidad de los crímenes. Los datos pueden decir lo contrario, pero luchar contra la pérdida de reputación es una inversión millonaria.

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