La educación y la cultura fundamentos para reconocer al otro

"El arte y la cultura son poderosos instrumentos para ejercitar la capacidad de traspasar fronteras". Najat El Hachmi

El arte, la cultura y la educación, pueden ser las bases para un diálogo y una convivencia sólida y de futuro, los instrumentos para el necesario reconocimiento mutuo que nos ayuden a superar enfrentamientos y fracturas y nos conduzcan al diálogo. Y las lenguas instrumentos de comunicación que tendrían que acercarnos y no enfrentarnos ni separarnos, sino enriquecernos y no empobrecernos.

En este sentido sería interesante promover desde las primeras etapas educativas el aprendizaje de las lenguas y culturas de las diferentes comunidades, regiones… en cada una de ellas, "El avance de las diversas culturas del Estado español beneficiará sin duda a las otras", reflexionaba Alfonso Comín y seguía "el progreso de la cultura de lengua castellana en Catalunya, y de la cultura andaluza o aragonesa, y de las otras, será un estímulo para el crecimiento de nuestra cultura catalana", y así mismo para el crecimiento de la cultura andaluza, aragonesa, gallega, murciana….

Posteriormente a mis reflexiones cayó en mis manos un artículo de J.Ayala-Dip escrito en diciembre del 2018, donde plantea el plurilingüismo como "una oportunidad para estrechar lazos entre territorios con lenguas propias" en vez de un peligro y la urgencia de "abordar mediante una ley la visibilidad de todas las lenguas a las escuelas españolas". Y propone el aprendizaje como lenguas optativas del euskera, el asturiano, el aragonés, el catalán y el gallego, sin que esto suponga ningún contratiempo por su sentimiento de pertenencia a España para el habitante de Extremadura o Castilla-La Mancha o Andalucía, cuyos hijos  las tengan en la lista de materias que cursarán: "Aquel día habremos resuelto muchos de los problemas territoriales que este país arrastra desde hace mucho tiempo innecesariamente".

Y desde las primeras etapas educativas, también, impulsar experiencias de intercambio y de convivencia entre todas las comunidades autónomas, y dentro de cada una entre las diversas zonas y realidades. Cómo dicen, 'el roce hace el cariño'. Un Erasmus intracomunitario e intercomunitari. Quienes hemos trabajado con la niñez y la juventud sabemos que los cambios que se trabajan con las niñas y los niños, las jóvenes y los jóvenes, se trasladan a las familias y a los hogares, y esto propicia un cambio de mentalidades. Unas comunidades hoy humanamente más ricas y complejas, fruto de la migración procedente de muchas partes del mundo, personas migrantes que llegan a nuestras comunidades cargadas de esperanza y dejando atrás historias de desgarro y de dolor, como lo hicieron en el siglo XX los andaluces, extremeños, murcianos, aragoneses… que llegaron a Catalunya.

"Por la mañana rocío / al mediodía calor, / por la tarde los mosquitos, / no quiero ser labrador". Cançó de bressol que llavors ja em parlava / del meu avi que dorm al fons d’un barranc, / d’un camí ple de pols, d’un cementiri blanc, / i de camps de raïms, de blats i d’oliveres. / D’una verge en un cim, de camins i dreceres, / de tots els teus germans que van morir a la guerra,"  canta Joan Manuel Serrat en su Cançó de Bressol.

Es urgente establecer puentes y articular realidades urbanas y realidades rurales, realidades metropolitanas y realidades agrarias, realidades de la montaña y realidades bañadas por el mar, los polígonos y las zonas vaciadas. El acercamiento y el conocimiento de la otra realidad desde la niñez. El industrial y agrario Baix Llobregat y la luz y el mar de Málaga y de Cádiz, la ventosa y fronteriza Tarifa y la escarpada Vall Fosca, la mediterránea y romana Tarragona y el ampurdanés Port de la Selva, el vaciado Teruel y la industrial Zona Franca, el verde Bierzo y el luchador Nou Barris, la fría Soria y la popular Vallecas, el monumental Santiago de Compostela y la levantina Valencia y un sin fin… Para dejar de anteponer el yo y el nosotros ante el y el otro y convertir este otro en nuestro. Para aprender a escuchar y a hablar, a convivir y a andar juntos.

Y sabernos decir como el poeta granadino Luis García Montero en su Libro primero: "Yo vengo sin idioma desde mí soledad,/ y sin idioma voy hacia la tuya. / No hay nada que decir, / pero supongo / que hablaremos desnudos sobre esto, / algo después, quitándole importancia, / avivando los ritmos del pasado, / las cosas que están lejos / y que ya no nos duelen."

 

 

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