El urinario de la plaza del Duque de Medinacelli, un punto caliente de tráfico de drogas

Los vecinos piden otras soluciones para evitar que la gente orine en las palmeras y más control sobre los urinarios
Urinario público de Barcelona
Urinario público de Barcelona

El equipo de Ada Colau se ha propuesto, antes de acabar la legislatura, que todo el mundo mee donde toca y por eso tiene que correr. El Ayuntamiento de Barcelona está instalado una serie de urinarios públicos en los barrios donde los meados forman parte del olor habitual, como por ejemplo Ciutat Vella. El más reciente, en la plaza del Duque de Medinaceli después de que la Inspección General del Ejército, ubicada en el Palacio de Capitanía General, se deshiciera de él alegando que invadía su perímetro de seguridad. Los militares no quisieron el wáter público delante del cuartel, y Colau le buscó un nuevo emplazamiento, trasladándolo a la plaza.

Lo que tenía que ser un alivio de los continuos meados en las palmeras de la plaza se está convirtiendo en otro problema, del cual ya han alertado en redes sociales, y es que el urinario es ya un punto de venta de droga "parece mentira, pero es así", explica Joan L. propietario de uno de los negocios que rodean la plaza "junto al wáter se puede ver al camello, y en muchas ocasiones aprovechan el lugar para pincharse, como ya hemos visto en más de una ocasión. Además caben dos personas, por qué son más grandes del habitual". Los doce minutos de intimidad que garantiza el urinario es tiempo para poder pincharse y salir a la plaza a encontrar un lugar bajo las palmeras o por los parterres para poder aguantar la subida de las drogas. Los urinarios son autolavables y más grandes que los habituales de plástico, además se hace un mantenimiento un par de veces al día, pero esto no impide que los narcotraficantes no hayan encontrado un nuevo lugar para su negocio.

Se eligió ponerlo en la plaza del Duque de Medinaceli por qué es la confluencia del ocio nocturno que se mueve entre las calles Avinyó, Ample y la plaza de la Mercè. El consistorio elige la ubicación de los urinarios en función de la cantidad de gente que transita y aprovecha los "puntos calientes" como plazas donde hay arbolado o soportales. Se trata de acabar con un problema que afecta, y mucho, a la calidad de vida de los mismos ciudadanos, tanto en olor como en higiene.

Los vecinos, pero, están divididos sobre el urinario. Para unos es una gran mole de color gris, un cubo de color gris acero opaco anclado a tierra, que ensombrece la belleza de la plaza del siglo XIX. Una plaza que, por cierto, deslumbró a Pedro Almodovar y la usó para una de sus películas. Para otros es un mal necesario que empieza a hacer más estorbo que servicio "ya hay quién se queja que no la querían ante los militares y lo han endilgado aquí", dice Joan, "bien es verdad que es muy fea, y no respeta nada el resto de patrimonio pero es cierto que los meados han menguado. De todas maneras esta no es la solución para acabar con el problema".

La Asociación de Vecinos ha ofrecido otra solución, que implica hacer unos servicios en unos bajos, como ya funcionan en otras ciudades europeas, y que estén siempre vigilados. Según explican, los urinarios de la plaza Orwell, un cubo similar, sirven para todo menos para mear "los camellos dejan las drogas adentro del wáter, en una bolsa impermeable, y después sólo tienen que vender la mercancía. Son anchos, es perfecto". Los vecinos de la plaza del Duque de Medinacelli quieren que reubiquin los urinarios en el Paseo Colom, más ancho, y sin problemas, pero topan con las suspicacias de los militares que no quieren una mole similar cerca suyo.

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