Los resultados del Partido Popular catalán en las elecciones al Congreso y al Senado han quedado lejos de las expectativas que tenían. Antes de designar cabeza de lista por Barcelona, las encuestas otorgaban a los populares un diputado o ninguno. Pero después de la entronización de Cayetana Álvarez de Toledo, los sondeos dieron una cierta remontada a los de Pablo Casado hasta darles entre cuatro y cinco diputados en todo Cataluña. Esto hizo que las bases del partido y, sobre todo, los cuadros intermedios, no levantaran la voz contra lo que pensaban que era una grave injerencia de la cúpula estatal en la vida interna del PP catalán.
Y es que no cayó muy bien que Casado designara a dedo la cabeza de lista escogiendo a alguien que nunca ha tenido relación con la formación en Cataluña y que ni siquiera vivía aquí. El augurio de buenos resultados, pero, tenía aplacados los tacos. Y llegó el 28-A. Y Álvarez de Toledo hizo un pésimo resultado, dejando el partido al borde de la extinción en Cataluña. Así las cosas, la estrategia de Casado acabó arrinconando a la gente del PP catalán, colocó una protegida suya como cara visible, ancló su discurso en la derecha y con salidas de tono a las cuales estaban poco acostumbrados, y todo para acabar con un solo diputado (ella) que no revierte en ningún beneficio entre la gente de la base del partido.
