La estrella de Jordi Cardoner, vicepresidente primero del FC Barcelona, se apaga a medida que pasan los meses sin que su gestión y peso a la junta acabe de consolidarlo como un serio candidato a la sucesión de Josep Maria Bartomeu, el presidente que cada día está más convencido de completar su mandato hasta 2021. Esta decisión es clave para el futuro y la estrategia de Cardoner, pues llegado el caso tendría que ganar unas elecciones desde cero y no como presidente si el actual primer mandatario del club dejara el cargo antes de tiempo. Rumores hay para todos los gustos, pero crece la sensación de que Bartomeu quiere inaugurar el Espacio Barça, como había prometido.
En cualquier caso, la última acción de Jordi Cardoner que ha rebajado su cartel y su más que dudoso liderazgo como delfín ha sido la pomposa organización de un acto de visibilidad del convenio del Barça con Unicef, a través de la Fundación, que recientemente tuvo lugar en el Auditorio 1899 del territorio azulgrana.
La convocatoria, diseñada para fuera protagonista y con el único objetivo de ser propagandístico, se pasó de costosa por la cantidad de altos ejecutivos de Unicef invitados de todo el mundo y la exageración de una puesta en escena que de alguna manera se contradice con lo que muchos directivos y ejecutivos del club creen que tiene que ser la imagen de la Fundación: austera, medida y efectiva. Es decir, destinando la mayoría de los recursos a proyectos y actuaciones de responsabilidad social corporativa y no a potenciar la figura de un directivo ante la prensa y la sociedad en general. La estructura económica de la Fundación se resentirá un año más de estos excesos en gastos, gastando por encima de los ingresos, aunque finalmente se maquillen los resultados internamente. En consecuencia, Cardoner pierde terreno como futuro presidente dentro de su propio círculo directivo y de poder del club.
