Sí es sí hasta el final

“¿Ustedes van diciendo sí hasta el final?". La pregunta la planteaba la candidata del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, a la representante del PSOE, María Jesús Montero, en el debate a seis celebrado en TVE con motivo de las elecciones generales. La pregunta hacía irrumpir en campaña una cuestión en la que parecía haber consenso tras el caso de La Manada. Las relaciones sexuales tienen que ser consentidas. Y tienen que serlo desde el principio hasta el final. Si no, son otra cosa. Una mujer también puede dudar. Y puede decidir no seguir adelante en cualquier momento.

Estos días, hemos visto cómo las derechas están decididas a poner en su diana al feminismo. La irrupción de Vox ha tenido como consecuencia que el PP y Ciudadanos hayan decidido competir con una formación de ultraderecha que no sólo tiene entre sus objetivos eliminar las leyes que intentan combatir la violencia machista sino que niega incluso que exista. Está provocando que se relativicen cuestiones que formaban parte del consenso colectivo y del avance democrático de nuestra sociedad.

En esta campaña hemos escuchado, por ejemplo, que el feminismo plantea una guerra de sexos aunque nunca ha sido así. Ni en sus orígenes ni ahora, el movimiento ha afirmado que todos los hombres son unos maltratadores, como dijo Inés Arrimadas en una entrevista con Pepa Bueno. Ni tampoco violadores o asesinos reprimidos, como dijo Cayetana Álvarez de Toledo en TVE.

Lo que sí afirma es que la desigualdad provoca situaciones de indefensión cuando una mujer es víctima de violencia y no puede escapar de su agresor. O porque después de siglos, el cuento de Caperucita roja sigue vivo porque enseñamos a nuestras niñas que no deben ir solas por el bosque porque hay lobos que las pueden violar.

El programa electoral del PSOE incluye la reforma del Código Penal porque necesitamos cambiar el concepto de consentimiento a nivel legal para hacer efectivo el “no es no” que ha movilizado a miles de mujeres, pero también hombres, en nuestras calles. La mayoría de partidos políticos parecía haberlo entendido en un contexto en que una de cada cinco mujeres ha sido víctima de abusos sexuales pero las sentencias no reflejan ni un 1% de los casos. El sólo "sí es sí” se basa en el modelo sueco, que recoge a su vez el Convenio de Estambul que es el marco europeo contra la violencia machista ratificado por España y que establece que el consentimiento debe ser voluntario y expreso. No es un invento caprichoso de las izquierdas.

La violencia machista no se soluciona dando empleo a las mujeres, como afirmó Pablo Casado en el debate de Atresmedia. Por esta razón su partido firmó el Pacto de Estado contra la Violencia de Género que incluye 213 medidas en ámbitos muy distintos que contemplan un cambio profundo en la respuesta institucional pero también en la protección y sobre todo en la educación de la sociedad respecto a  esta cuestión. Es verdad que no hay una organización que diga “matemos a las mujeres por el hecho de ser mujeres”, como ha asegurado Cayetana Álvarez de Toledo en la recta final de esta campaña. Pero el 64% de las mujeres confiesa que sido víctima de violencia de género en algún momento de su vida. Por eso necesitamos políticas públicas para combatirla y tienen que estar presente en el debate político.

Hay derechos civiles y políticas de igualdad que la derecha tradicional acomplejada por la irrupción de Vox está dispuesta a sacrificar para recuperar el poderen estas elecciones. Y la violencia machista es una de ellas.

 

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