La CUP, víctima de su propia medicina

La CUP ha probado el gusto del jarabe de la denuncia pública desde sus propias posiciones. Hace años que pontifican sobre democracia interna, respecto a minorías y a posiciones minorizadas, feminismos… y apuntan con el dedo a cualquier que deja ver, ni que sea con una sospecha, una muestra de defecto. Pero, a juzgar por lo que pasó la semana pasada, en la CUP son de los que critican como está de desordenada una casa mientras tienen la suya patas arriba.

La ex-diputada y miembro de la dirección de la CUP, Mireia Boya, ha dimitido del secretariado con una carta donde denunciaba haber sufrido "una agresión psicológica continuada" por parte de un compañero de partido, añadiendo que al haberlo explicado, nadie en la CUP impidió que aquello continuara.

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