«Queremos tener voz directa, y no a través de representantes»

Entrevista a Emmanuelle Le Bourdiec
Emmanuelle Le Bourdiec
Emmanuelle Le Bourdiec

Profesora a Fougères (Francia). Forma parte del grupo de los Chalecos Amarillos. Feminista, ecologista, se considera de extrema izquierda. Participan en la entrevista Céline Santos, trabajadora social; Bruno Chollet, ejecutivo; Francis Manzano, profesor universitario jubilado, y Guadalupe González i Pierre Lesaige, que están en paro.

El movimiento de los “Chalecos amarillos” ha sorprendido por su amplitud y radicalidad ¿Cómo y porque se ha desencadenado?

El Movimiento estalló el 27 de noviembre pasado, después de anunciarse un alza del precio de la gasolina. Se crearon juntas por todo el país y se empezaron a hacer concentraciones en las rotondas y las glorietas de las ciudades, donde se les explicaba a los conductores porque habíamos salido a la calle. Al principio, había algo de embrollo político alrededor del Movimiento. Los medios de comunicación, que están comprados por los partidos políticos, han tratado desde el principio de neutralizarlo. Y ahora, la pregunta que todo el mundo se hace es ¿Por qué dura tanto? Obviamente, la televisión, los periódicos, no explican sus causas.

¿Cómo es la gente que se ha sumado al movimiento: ¿Jóvenes, mayores mujeres, hombres, trabajadores, campesinos, urbanitas, emigrantes …?

En el Movimiento hay gente de todas las edades. Es muy heterogéneo. Mayoritariamente, se han adherido a él personas de clase medias y populares. Obviamente, nadie de clases altas. También forman parte de él muchas mujeres, cosa que nunca había ocurrido, más allá de los movimientos feministas. Esto es muy excepcional. Tiene causas que aquí sería largo de explicar, pero que es importante recalcar. Algo que caracteriza también el Movimiento es su espontaneidad y su intento de organizarse por sí mismo, sin nadie que rija la forma de manejarlo. Las personas implicadas aportan ideas de como funcionar. No hay partidos políticos detrás. Se rechazan los partidos y también la política, tal como ahora se ejerce. No hay estructuras. Se buscan nuevas formas de organización, más bien de impronta anarquista.

Se ha transmitido una imagen de los “Chalecos amarillos” ligada a la violencia callejera ¿Qué se puede decir a propósito de ello?

Las acciones el Movimiento son variadas. Ocupamos simbólicamente bancos o medios de comunicación. Nos manifestamos en la calle, como todo el mundo sabe. Bloqueamos también gasolineras, porque el origen del movimiento está en el aumento del precio de la gasolina, y también supermercados. O sea, lugares relacionados con la economía. Y utilizamos el chaleco amarillo, porque todo el mundo está obligado a tener uno en el coche, y es algo muy visible.

Llama la atención que el aumento del precio de la gasolina pueda desencadenar una protesta tan amplia ¿Acaso el aumento era exagerado? ¿Tenía un impacto excesivo en las economías domésticas? ¿Es el coche un factor determinante en los gastos de muchas personas?

En Francia, el coche es fundamental en la vida de muchas personas, porque lo necesitan para ir a trabajar. De ahí que el incremento de los combustibles generara tanta preocupación. Porque afectaba directamente a las economías domésticas. De esa preocupación, muy individual en un mundo individualista, nace un malestar colectivo. Esto (según comenta otro compañero) no se comprende bien sino se tiene en cuenta que, además, la medida venía acompañada de una subida de impuestos. Fue la gota que hizo desbordar el vaso. El Gobierno justificó el aumento del precio de los carburantes para desincentivar el uso de combustibles fósiles y equiparar la fiscalidad de la gasolina y el diésel.

¿De la protesta inicial contra el incremento del precio de la gasolina, han evolucionado las reivindicaciones hacia otras cuestiones?

Si, y muy rápidamente. Nuestro objetivo final es ahora hacernos con el control de la totalidad de la democracia francesa para tratar de crear algo nuevo. La gente está a merced de las decisiones del Gobierno. No hace mucho, promovió el uso del diésel, diciendo que era más barato. Ahora, alega que es muy contaminante y sube el precio como factor de disuasión. Eso, en muchos casos, obliga a comprar un coche nuevo. Esto ha contribuido a politizar el Movimiento. Del precio de la gasolina hemos llegado a la demanda de justicia social, en todos los ámbitos. Planeamos la celebración de referéndums de iniciativa ciudadana (RIC), al igual que se hacen en Suiza, como una de las principales reivindicaciones de los “chalecos”. Queremos tener voz directa y no a través de representantes. El Gobierno respondió a esto hablando de un “gran debate nacional” y los “chalecos” lanzaron su propia consulta en línea, con el eslogan “ellos no nos invitaron, hagámoslo juntos”.

¿Cuál ha sido la respuesta de los partidos políticos al movimiento de “chalecos amarillos”

La mayoría de ellos, ultraliberales, intentaron matar el Movimiento, reprimiendo y pensando, una vez más, que el pueblo bajo está en la calle y ya se calmará. También hubo intentos de recuperar el movimiento, por parte de la izquierda de Melenchon y la derecha de Le Pen. En el Movimiento hay personas que forman parte de ambas corrientes, pero la gran mayoría de la gente se considera independiente y no es partidaria de dejarse llevar por los partidos.

El movimiento 15 M en España también surgió con el lema de “No nos representan”, haciendo alusión a los partidos políticos. Pero, finalmente, han sido los partidos, incluido Podemos, quienes lo han capitalizado ¿Puede ocurrirle algo de esto a los “Chalecos amarillos? ¿Os sentís capaces de crear nuevas formas de democracia directa?

Somos un movimiento muy joven. Vivimos al día y no se sabe realmente hacia donde evolucionará el Movimiento, sobre todo teniendo en cuenta que enfrente no hay reacción. Se acaba de crear una lista de “chalecos” para las elecciones europeas, pero se trata de una iniciativa particular. La semana pasada se celebró una Asamblea en la localidad de Commercy, con la participación de 85 agrupaciones de “chalecos”, en la que se planteó la evolución del Movimiento. De un lado, hay rechazo a la intermediación no solo política, sino, por ejemplo, también sindical y de los ayuntamientos. Pero otros piensan que hay que trabajar con ellos para seguir avanzando. En el fondo, se comparte la idea de construir una democracia real, y somos conscientes de que se trata de un proceso largo.

¿Hay en Francia una especial malaise (malestar)?

Si hay algo que a la gente le ha sacado de onda, como dicen en México, es la cuestión de la justicia fiscal. Hay consenso general en que al pueblo se le exprime, cada vez más, mientras los ricos no pagan impuestos. El impuesto sobre las grandes fortunas es una reivindicación mayoritaria en Francia. A ello hay que añadir el tema de la representación política. La izquierda o la derecha, cuando están en el poder, gobiernan para las élites, para los ricos. Esto es algo que sabe todo el mundo.

Otra imagen que ha trascendido del Movimiento es la de la represión ¿Se ha ensañado especialmente la policía con los “chalecos”?

El Gobierno se ha dedicado a reprimir, oprimir y suprimir la libertad de expresión que se supone, (¡uhau!) en un país del primer mundo. Hay personas que han sido heridas, golpeada, arrastradas… Más de 1.500. Tenemos imágenes de presuntos policías, sin uniforme, enmascarados, participando de la represión. Y el Gobierno, a través de los medios de comunicación, trata de hacer ver que los agresivos son los “chalecos”. Sí, hay personas con chalecos amarillos que agreden, rompen escaparates y saquean establecimientos, pero resulta difícil saber quiénes son y porqué lo hacen. En cualquier caso, ese no es el espíritu del Movimiento.

¿Podría decirse, tal como se ha apuntado, que los “chalecos” son una nueva Jacquerie (revueltas campesinas, que tuvieron lugar en Francia durante la Edad Media, el Antiguo Régimen y la Revolución)?

El Movimiento se podría tener alguna analogía con aquéllas protestas, pero además del medio rural, los “chalecos” surgen y se manifiestan con especial fuerza en las periferias de las ciudades. En los mapas que se hacen de las manifestaciones que celebramos cada sábado, se ve claramente que los “chalecos” están en todo el país, y no pasan por París. Aquí, en Fougères, no disponemos de grandes centros de actividad económica, que permiten hacer acciones muy visibles, pero también nos manifestamos y realizamos asambleas, con gente de localidades próximas. En Fougères, que tiene unos 20.000 habitantes, fuimos unos 1.500 los que al principio nos sumamos a los “chalecos” y el núcleo duro lo constituimos unas 150 o 200 personas. Hay mucha gente que apoya el Movimiento, pero tienen miedo de manifestarse. Miedo a la policía.

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