Las copas de la Navidad delatan los gustos escondidos de los representantes políticos

La política tiene en los días previos a la Navidad una serie de momentos donde partidos e instituciones invitan la prensa a un aperitivo, generalmente con una copa de cava, para desearse mutuamente felices fiestas y, a la vez, poder comentar sin micrófonos la actualidad. Pero hay un aspecto detrás de esta tradición que varía en función de cada cita y de cada época. Se trata del tipo de comida y bebida que los líderes de los partidos o dirigentes de las instituciones acaban imponiendo en sus pica-pica.

Es gracias a estas pequeñas diferencias que los periodistas acaban sabiendo que a una política de primera fila en una institución le gusta tanto la cerveza que le cambian la copa de cava por una de esta bebida; o que un líder de un partido puede llegar a beber hasta tres latas de Coca-Cola en menos de media hora; o que el carácter tacaño de otra persona al frente de una institución hace que no haya aperitivo ni para la mitad de invitados; o que algún dirigente de partido que no ofreció nada para picar por "solidaridad con la huelga de hambre" de los independentistas se lamentaba porque tenía pensado llevar croquetas pero las circunstancias se lo habían impedido. Y es que las copas de la Navidad dan para mucho, y los periodistas acaban fijándose en detalles tan insignificantes para los políticos y tan relevantes para la prensa que se acaban convirtiendo en tema de conversación durante semanas.

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