La guerra de las flores

La reunión entre el gobierno de la Generalitat y el de la Moncloa, con los presidentes Quim Torra y Pedro Sánchez al frente, celebrada el jueves al atardecer, tuvo lugar en el Palacio de Pedralbes, un espacio de la Generalitat que permitió a los catalanes organizar toda la logística del encuentro. Cómo que los de Torra no pierden oportunidad de colar su mensaje, quisieron aprovechar que eran fechas cercanas a la Navidad para mezclar la estética propia de la época con las reivindicaciones políticas que más pueden sacar de tino al Estado.

Así, la Generalitat colocó en la mesita situada entre los dos presidentes unas flores de pascua amarillas, color asimilado a la reclamación de la libertad de los independentistas presos. Pero en la Moncloa no son estúpidos y, al poco de entrar en la sala los dos jefes de gobierno, adivinaron las intenciones. Inmediatamente, una persona del equipo de protocolo del presidente Sánchez se encargó de buscar una ponsètia, pero de color rojo, para ponerla junto a las amarillas. A punto de poner en marcha un conflicto políticoprotocolario estuvo la cosa, y todo por una tontería del gobierno catalán. A veces, la altura política se demuestra en el saber estar.

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