Exhumar al dictador Franco

Se imaginan que, después de tanto lío, ahora abren el sarcófago y la momia de Franco no está. Sería un punto de giro espectacular en el guión de la película 'Exhumar al dictador Franco'. Un retorcer el argumento que ni el mismo David Lynch habría elucubrado. Una nueva y sugerente aventura para el profesor Langdon de Dan Brown. Recuerda también aquella comedia de Ted Kotcheff de finales de los 80 que aquí se llamó "Este muerto está muy vivo"… De momento, sin embargo, no hemos llegado todavía al estadio del levantamiento de lápida -de cinco toneladas de peso. Por ahora, estamos todos pendientes del trajín y destino final de los huesos del tirano, del Valle de los Caídos a La Almudena o a El Prado o donde puñeta terminen.

En medio, para mantener la atención del público, se producen fenómenos como el del artista gallego que pintó de rojo una paloma y la palabra libertad sobre la lápida del represor, al tiempo que gritaba mientras el reducían: "¡No tengo nada contra Franco!" -quieres mejor muestra de galleguismo… O el lío entre la vicepresidenta Calvo y el Vaticano, donde la primera dice que hay acuerdo para no trasladar al criminal de El Valle a La Almudena, y los segundos dice que de eso nada de nada, acusándola así de mentir -octavo mandamiento.

Creo firmemente que estos argumentos, más o menos peliculares, sólo pueden pasar aquí. Me cuesta visualizar los alemanes discutiendo sobre los honores o deshonores del genocida Hitler -si bien es cierto que en este caso, dicen, la KGB destruyó hasta la última partícula de la bestia nazi. Aquí, pasan los años y todavía hay políticos, de la vieja y de la nueva política, que se niegan a renegar del monstruo, PP y Cs, y campan impunemente quienes lo enaltecen (Vox). Entonces, cuando se quiere corregir un error histórico –el homenaje que significa el mausoleo de El Valle de los Caídos-, salen los nostálgicos y ponen el grito en el cielo.

Por educación -cristiana- no escribiré ahora y aquí donde depositaría yo los despojos de Franco. Sin embargo, no parece difícil de adivinar. Pero, entre donde las tiraría yo y un mausoleo con todos los honores hay un abanico de opciones que podríamos calificar de razonables. El verdugo nunca tuvo tantos miramientos con sus víctimas. De momento, sin embargo, el compromiso es exhumar y hacerlo antes de que acabe el año, y ya es un éxito. El destino final del genocida es lo que se mantiene de momento en suspenso. Este país ya ha perdido bastante tiempo con el dictador. Ha llegado el momento de situar Franco en su lugar, bien lejos de cualquier vestigio de honor.

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