Este próximo 10 de mayo, los más de 10.000 arquitectos que hay colegiados en Cataluña están convocados a las urnas para elegir la nueva junta de gobierno de la institución que los reúne. El Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (COAC), fundado en 1931, es una de las entidades profesionales más prestigiosas del país, con una larga trayectoria a favor del urbanismo y la edificación de calidad. Durante la dictadura aconteció un foco de resistencia democrática y de crítica contra los excesos especulativos que amparó la corrupción del régimen franquista.
Los últimos años, coincidiendo con el mandato del decano Lluís Comerón, el COAC ha sufrido una abrupta decadencia. Bruselas ha eliminado la obligatoriedad de tramitar los visados de los proyectos a través del colegio y, además, el estallido de la burbuja inmobiliaria ha tenido un efecto devastador sobre el sector de la construcción y, de manera específica, sobre los arquitectos, que han sufrido un gran declive de los encargos profesionales, tanto públicos como privados.
De este modo, los ingresos del COAC han caído en picado, pasando de un presupuesto que superaba los 30 millones de euros antes de la crisis a solo 12 millones en la actualidad. El colegio ha tenido que despedir a más de la mitad de la plantilla y ha vendido su participación a la cooperativa de crédito Caixa d’Arquitectes (Arquia). La depresión profesional -en el país de grandes genios como Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch, Josep Maria Sert…- ha sido muy traumática.
Tres candidaturas se presentan a las elecciones. Dos están encabezadas por ex-miembros de la junta de gobierno del anterior decano: la gerundense Assumpció Puig, que ha sido la secretaria del COAC, y el ex-vocal Enric Mir, que además es secretario de la sectorial de política territorial de ERC. Hay una tercera lista, liderada por Ramon Torra, gerente del área Metropolitana de Barcelona (AMB), que enarbola la bandera del cambio para superar la triste etapa protagonizada por Lluís Comerón.
El resultado de las votaciones -que se pueden hacer presencialmente o por vía electrónica- es incierto. Todo depende de la participación, que ha sido muy baja en las dos últimas convocatorias, donde solo se ha movilizado una pequeña parte de los colegiados. Habrá que ver si el llamamiento al «optimismo» que hace el candidato Ramon Torra para cambiar el fatalismo que rodea la profesión -especialmente entre los arquitectos más jóvenes- se traduce a un significativo incremento del número de votantes.
Además de la participación, hay otro motivo de preocupación: que la política partidista interfiera en la vida colegial del COAC. Dos de los candidatos -Assumpció Puig y Enric Mir- están muy identificados con el proceso independentista que ha sacudido Cataluña en los últimos años. Por el contrario, Ramon Torra ha tenido la cura de componer una lista paritaria, intergeneracional y muy transversal para intentar recoger todas las sensibilidades del colectivo profesional.
Aparte de la elección de la junta de gobierno, el día 10 de mayo los arquitectos también escogerán los órganos de dirección de las demarcaciones y delegaciones territoriales. En el caso de la asamblea de Barcelona se presentan once listas y dos en la de Girona. El próximo 7 de mayo los tres candidatos que aspiran al decanato del COAC participarán en un debate público para confrontar sus programas de actuación.
