Por primera vez en democracia y de hecho desde hace 600 años, menos durante la Guerra Civil, el Palau de la Generalitat no celebrará la misa en honor en Sant Jordi el próximo lunes 23 de abril.
Tampoco se hará en esta Diada de Sant Jordi la posterior bendición de las paradas de rosas que se instalan en el patio de carruajes de la sede del gobierno de Cataluña.
El motivo no es otro que la aplicación del artículo 155 de la Constitución en la administración catalana que ha dejado sin ejecutivo y sin presidente a la Generalitat.
La misa del 23 de abril es una liturgia religiosa que se ha celebrado en la capilla que hay en el Palacio de la Generalitat desde 1434 de manera continuada y sólo interrumpida durante los años de la Guerra Civil.
Así, este año el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, no oficiará la misa ni bendecirá las rosas del Palau de la Generalitat. Tampoco se hará la recepción del presidente al Hereu y la Pubilla de Cataluña, ni el gremio de pasteleros llevarán sus ofrendas porque no hay primera autoridad en la Generalitat.
Este es el segundo caso en que el gobierno central no ha querido tensar la cuerda y presidir un acto simbólico en el Palau de la Generalitat con alguien de su administración que sustituyera la figura del presidente catalán, una posibilidad que hubiera podido recaer en el delegado del Gobierno central en Cataluña, Enric Millo.
En esta misma línea, Mariano Rajoy ya decidió no otorgar, de momento, las Cruces de Sant Jordi, máxima distinción de la Generalitat de Cataluña a personas o entidades, ceremonia que se hará así que haya un nuevo presidente en palacio.
