El jefe del JxCat, Carles Puigdemont, y los que fueron consejeros de su gobierno, Toni Comín, Lluís Puig, Clara Ponsatí y Meritxell Serret, fueron los primeros en marchar al extranjero denunciando la mala praxis que aseguran que sufrirían si se sometían -cómo otros independentistas- a la justicia española y la acción de la Fiscalía del Estado.
Después llegaron la exdiputada de la CUP Anna Gabriel, que se marchó a Suiza por el mismo motivo, y la número dos de ERC, Marta Rovira, que supuestamente está en el mismo país pero que todavía no ha dado señales de vida. Además, las escapadas que Puigdemont ha ido haciendo a Dinamarca, Suiza y Finlandia, y su detención en Alemania han hecho que los puntos de interés en el exterior se hayan multiplicado en los últimos meses. Y quien más lo ha notado parece ser que son los diputados y dirigentes de JxCat y ERC.
Cada vez que pasa algo en alguna de las ciudades del extranjero, o cada vez que hay declaraciones ante el juez o posibles novedades de los presos en Madrid, un nutrido grupo de ellos coge la maleta y se marcha hacia donde haga falta. Ya sea porque el afectado sienta el calor del partido o porque quieran salir en la foto con él, allá que van igualmente. Y tantas veces lo han tenido que hacer últimamente que hace pocos días un diputado de JxCat bromeaba y reclamaba poder «acumular puntos de viaje independentistas» para después «utilizarlos en viajes de vacaciones». Que la situación complicada no haga perder el buen humor. ¡Claro que sí!