Las negociaciones por el gobierno y por la investidura han vuelto a tener en la CUP un escollo importante. Muchos de los miembros de las direcciones de JxCat, ERC y el PDECAT están reviviendo los momentos previos al paso al lado de Artur Mas, las negativas de los anticapitalistas a los presupuestos de la Generalitat, o la moción de confianza de Carles Puigdemont.
La hoja de ruta y las ofertas que JxCat y Esquerra han ido poniendo sobre la mesa de la CUP no han gustado en las bases ni a los diputados cuperos. Y esto ha hecho que desde los aparatos mediáticos y de agitación social de los grandes partidos independentistas se retome la misma estrategia que ya iniciaron en otros momentos: el pressing CUP.
Y es que en momentos como los que estamos pasando, en las redes sociales y en los medios, parece que creen que les funciona culpabilitzar la CUP públicamente de todos los males del independentismo y de ser los que bloquean la situación. Además, señalarlos incluso personalmente y orquestar linchamientos en Twitter contra los diputados o dirigentes, forma parte de las tácticas habituales también últimamente.
Pero el pressing CUP no tiene los efectos que JxCat o Esquerra han venido buscando siempre. Y parece que no aprendan. Los cuperos van a lo suyo, tienen sus ritmos y las presiones externas y en las redes los resbalan de forma espectacular.
