Las cuatro Cataluñas

No es cierto que Cataluña esté dividida en dos mitades. O, al menos, no es cierto que sólo sean dos las mitades de la división; por lo menos, cuento tres, y me gustaría pensar que son cuatro. La primera división, la que salta a la vista, la que llena portadas de periódicos, es la de la Cataluña independentista y la de la Cataluña unionista. Después, en el primer bloque, se produce una subdivisión evidente: los independentistas se han dividido entre los que mantienen la idea de avanzar a toda costa, o quienes, visto lo visto, defienden una independencia tranquila, que combine el diálogo con el ensanchamiento de las bases -un ensanchamiento por otra parte necesario para salir del empate. Finalmente, quisiera pensar que el bloque unionista tampoco es monolítico, los hay que, muy visiblemente, quieren imponer la unidad a toda costa, a hostias si conviene, pero también hay otros que apuestan por un encaje dialogado de Cataluña con España.

Si esto fuera así, si las cuatro partes aludidas fueran ciertas, el quid de la cuestión sería coger a los de la independencia tranquila y a los del encaje dialogado y sentarlos a razonar -hacer uso de la razón. Alguien me dirá que estas partes son minoritarias, a menudo silenciadas, y la idea estéril, y seguramente tenga razón; sin embargo, yo, visto el panorama y la falta de otras soluciones, les daría una oportunidad. Hasta ahora, el proceso deambula a golpes de locura: los más independentistas y los más unionistas se han enfrentado a cara de perro. A partir de ahora, sería bueno que los flancos moderados del proceso, los del ‘seny’, adquirieran cierta relevancia en busca de la resolución del conflicto.

Hasta ahora el ruido ha ganado al sosiego, pero si queremos salir del callejón sin salida en que nos hemos metido, tendremos que calmarnos. ¿Quién ocuparía una silla en esta hipotética mesa? Pues, todos aquellos que entienden que la precipitación no es buena compañera de viaje, y que hay que ensanchar las bases de sus respectivas y legítimas apuestas para desempatar Cataluña. Por un lado, aquí hay gente de Esquerra, pero y también los hay del PDeCat e incluso de la CUP. Por otro lado, encontramos ‘comunes’ y gente del PSC.

Una de las figuras más vilipendiadas del proceso ha sido, sin duda, la figura del equidistante. Deambular por el camino de en medio de un campo de batalla, con fuego cruzado, requiere cierto valor, si no estulticia. De hecho, se entiende la incomprensión de los no equidistantes, porque resulta difícil equidistar entre quienes pegan y los que reciben las hostias. Paréntesis: El proceso ha sido desproporcionado porque unos han tenido y tienen la fuerza, y la aplican, mientras los otros transitan a tientas por vericuetos nunca antes explorados; el proceso no es un rally en el que antes puedes estudiar el sendero, más bien sería un Dakar, donde se desconoce el terreno que pisas (cierro paréntesis). Sin embargo, para tratar de reconducir la situación, sería bueno poner en boga la figura del equidistante. Desengañémonos, la equidistancia pura no existe y unos escoran hacia el independentismo y los otros hacia el unionismo o constitucionalismo, pero lo hacen desde una visión empática. Y, desengañémonos, éste, como cualquier otro conflicto, sólo se podrá resolver desde la empatía. La situación injustísima de los ‘Jordis’, Oriol y Quim bien merece un mayor esfuerzo empático. Como decía aquel, «sólo puede ser justo, quien es capaz de ponerse en el lugar de los otros».

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