La hora de los pasos atrás

Desengañémonos, demográficamente hablando, el ‘lado’ debe estar saturadísimo; así, con tantos movimientos migratorios apuntando en la misma dirección, quizá ha llegado el momento de empezar a vaciar el lado y dar pasos atrás. El ex presidente Artur Mas, aquel que el innombrable dejó a cargo del partido, como si se tratara de un experto bailador de ‘yenka’, no para de dar pasos al lado, y detrás de él, unos cuantos más. Si hace dos años dio un paso al lado para dejar la presidencia de la Generalitat, ahora da otro para dejar la presidencia del partido que montó para hacer olvidar Convergencia: el PDeCat. Abro paréntesis: señores de CDC, no se esfuercen más, más de 40 años de historia no se borran fácilmente, Convergencia es inolvidable (al caso Palau me remito), y a fe de Dios que deberán pasar años para que el pueblo deje de llamar convergentes a las marcas blancas de Convergencia, se llamen PDeCat o Junts per Catalunya o como puñeta quieran llamarle -Convergència recuerda aquellas muñecas rusas ‘matrioska’ que esconden una dentro de la otra… Volviendo a Mas, abro un segundo paréntesis: paradójicamente, al final, Mas deberá agradecer a la CUP, aquellos descamisados que lo enviaron a la papelera de la historia, el no haber ido a la cárcel o al exilio.

El legendario rey Arturo es uno de los monarcas más conocidos de la edad media. La relación homónima es bastante evidente y no han sido pocos los que a lo largo de los años han usada la comparativa. Sin ir más lejos, su biógrafa de cabecera, Pilar Rahola, escribió ‘La máscara del rey Arturo’, un panegírico impagable (o no) sobre el ex presidente que convirtió al independentismo aquella Convergencia catalanista acosada por los casos de corrupción. Veremos si la multitud de alabanzas que la escritora republicana dedica a su rey aguantan el paso del tiempo. Por ejemplo, poco imaginaba el periodista Manel Cuyàs como de rápido se le desmontarían los tres volúmenes de memorias que redactó para el ex presidente Jordi Pujol.

Mas hace su segundo paso al lado la víspera de la sentencia del caso Palau, aquella que considera probado la financiación irregular de Convergencia, y condena al ex tesorero del partido, Daniel Osàcar, a 4 años y 5 meses de prisión por blanqueo de capital y tráfico de influencias. Pensar que es el tesorero, por su cuenta y riesgo, el único culpable del desbarajuste de aquella Convergencia mandada por Mas no deja de ser, al menos, cándido, por no adjetivar con más contundencia.

Mas desvincula su renuncia (¿última?) al caso Palau. Dicen que blanco y en botella, leche. Pero él elige justificar su enésimo ‘sacrificio’ al tiempo que tendrá que invertir en su defensa por los casos del 9N y el 1O. Una excusa que, además de negar la evidencia del Palau, incomoda al ex presidente Carles Puigdemont que, a pesar de estar encausado también por el referéndum del 1O, se ve capaz de compaginarlo con la presidencia.

Como aquel rey, Mas ha tratado de desincrustar de la piedra la espada Excalibur y convertirse así en el monarca de la Cataluña independiente. Sus pasos al lado, y no atrás, no hacen más que confirmar que, en el fondo, Mas aún sueña con una segunda oportunidad. Pero, como me decía el otro día un viejo amigo: dos pasos al lado equivalen a uno atrás.

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