EL TRIANGLE entrevista a Maria Comín

"Es muy preocupante que la ANC y Òmnium estén dirigiendo el país desde la sombra"
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-Historiadora, trabaja actualmente en el fondo documental de su padre, Alfons Carles Comín i Ros, ingeniero, periodista, sociólogo y político que luchó por la democracia en la clandestinidad y fue un referente del eurocomunismo. El presente siempre tiene las raíces en el pasado.-

¿Hay algún hecho o hechos históricos que puedan explicar la situación que se vive en Cataluña?

La crisis actual ha servido de desencadenante para que en determinados grupos que sí que tenían heridas por cerrar se hayan incorporado sectores populares y, sobre todo, clases medias. Un fenómeno similar al del carlismo, cuando la nobleza se alió con el campesinado, que estaba descontenta con la burguesía naciente, percibida como una amenaza de la estabilidad derivada del contrato social que tenía con la nobleza y que en la industria naciente volvía a ser mano de obra esclava. Ahora, unas clases burguesas que se han apropiado de Cataluña porque necesitan tapar sus equivocaciones, los recortes y la corrupción, se suman al carro del independentismo, lo convierten en bandera y arrastran estos sectores descontentos, en una situación de crisis económica y social y unas clases medianas que se han visto amenazadas.

¿Por qué, en su opinión, Artur Mas abandona el territorio del autonomismo para adentrarse en el del independentismo?

Es consecuencia del hecho que Convergencia empieza a desmembrarse y sale a la luz toda la corrupción de la familia Pujol y de los gobiernos convergentes. Cosa que se suma a la proclamación de Josep Lluís Carod-Rovira en el sentido que el año del tricentenario del 1714, Cataluña tenía que ser independiente. Un asunto que tuvo su punto gracioso, cuando Iceta le respondió: «Sr. Rovira, no creo que tal cosa pueda producirse porque el 2013 será el año del fin del mundo». Mas, en fin, inicia una fuga adelante para tapar sus vergüenzas.

Ha citado la crisis como un elemento de activación del nacionalismo. ¿Hasta qué punto y por qué?

La crisis económica ha sido aprovechada por los convergentes, Esquerra y la misma CUP como elemento de cohesión de sus ideas. El miedo al futuro, la inseguridad, junto a la idea que se ha vendido de que la Cataluña independiente lo solucionaría todo. Y a esto se suma el discurso autodenominado anticapitalista de la CUP (que también habría que analizarlo bien, porque para muchos es un discurso muy descafeinado), que puede arrastrar sectores más de izquierda, más populares, porque introduce, de alguna manera, el conflicto social en la corriente nacionalista.

¿No subyace, detrás el aparente conflicto Cataluña-España, otro entre dos Cataluñas?

De todo este procesismo lo que más nos quedará es una fractura en Cataluña, una cosa muy preocupante. Estoy analizando que no hemos hecho bien en estos años para que se produzca esto. Yo estoy viviéndola y en mi entorno cercando todo el mundo está viviendo la división. No conozco ni una sola familia que no esté dividida. Para mí el futuro es el proyecto musical en el cual está mi hija, en el cual participan niños de la inmigración extracomunitaria, donde hay mezcla y una gran cohesión social. Allí cantan canciones de Charango, de Lennon o del Japón. Yo soy hija de padre aragonés y madre catalana. ¿Entre ellos hablaban en castellano y a nosotros nos hablaban en catalán? Fui a una escuela catalana, los domingos íbamos a jugar en Cornellà, viví en el barrio más pobre de Málaga… Pero hay que decir que aquí se percibía una falta de aceptación de quien no era considerado catalán. Y esto ha vuelto a irrumpir con mucha fuerza.

Hubo un momento en que se hablaba del oasis catalán, como sinónimo también de paz social, de integración.

Había una convivencia. Muchísimas familias son mixtas y la mayoría bilingües. El padre o la madre eran de aquí o viceversa. había personas de origen republicano, otras que habían sido franquistas… La vida generaba convivencia, pero cuando se hablaba de la emigración se los seguía denominando castellanos. Y ahora, en campañas electorales, hemos escuchado decir a líderes políticos que quienes no votaban partidos nacionalistas eran ‘botiflers’, colaboracionistas y xarnegos, que es una forma de insulto clasista.

¿Qué corrientes confluyen en el nacionalismo catalán?

Hay nacionalismo identitario, anclado en el mito del 1714, y también nuevas creaciones de identidad, como la que asocia España al PP y al franquismo. Un disparate que no tiene ningún sentido y que horroriza la gente de toda España. Aquí también hay franquistas y postfranquistes, igual que en el País Vasco, porque las burguesías que más se lucraron con Franco fueron la catalana y la vasca. Decir «nos roban» es también muy fácil, y mientras lo decían ellos se estaban llenando los bolsillos.

¿El tan reclamado diálogo no tendría que empezar por Cataluña?

El origen de la distorsión del diálogo empieza cuando Artur Mas, de espaldas al Parlament y al gobierno, negoció con Zapatero el recorte del Estatuto catalán, cuando se estaba trabajando para defenderlo en las Cortes. En el referéndum del Estatuto, Esquerra hace un llamamiento a la abstención y provoca una crisis en el tripartito. Es decir, no están haciendo las cosas desde aquí. Se está utilizando la puerta de atrás y, finalmente, se fractura el tripartito. ¿Cómo tenemos que sentarnos a hablar si hemos ido cada uno por nuestra cuenta?

¿Por qué tanta prisa en el proceso?

Con la cuestión del tricentenario de Carod-Rovira ya se empieza a poner fecha fija a la independencia. Y a Mas también le interesaba porque tenía mucha prisa por tirar por los suelos la corrupción. También pasa que cuando ya se ha puesto en marcha, no saben como pararlo.

Ha dicho Íñigo Urkullu que uno de los problemas más graves que tiene la política en Cataluña es la existencia de entidades privadas con gran protagonismo en el proceso, que no están sometidas a control democrático. ¿Qué opinión tiene?

Es muy preocupante que la ANC y Òmnium estén dirigiendo el país en la sombra, sin nadie que les haya votado. Esto empezó con la manifestación del Estatuto, con Montilla al frente, a la cual fuimos todos, en la cual insultaron y se burlaron del gobierno tripartito. Esto hizo mucha gracia, cuando no tenía ningúna. Y fue muy grave porque se satanizaba a partidos políticos. «Lo hemos conseguido, lo hemos llenado todo de estelades azules», se felicitó un connotado líder convergente al final de la manifestación. Aquí, la ANC hizo un pulso en un gobierno elegido en las urnas y lo ganaron en nombre de la sociedad civil.

¿Y cómo se explica una cosa tan rara como una revuelta organizada desde un gobierno?

Volvemos al carlismo. La burguesía que está en el poder busca alianzas con las clases medianas y el pueblo y hace ver que esto es una revolución. Exactamente lo contrario de lo que realmente es: una contrarevolución burguesa o, como mucho, una revuelta, en la cual adquieren protagonismo sectores no metropolitanos, aliados con la burguesía. Cosa que refuerza la ley electoral, que hace que el territorio rural esté sobrerepresentado.

¿Estamos viviendo, pues, una contrarevolución burguesa?

En esta situación de crisis y ante un posible adelanto o incluso posibilitado de hegemonía de las fuerzas de la izquierda, la derecha del 3% en Cataluña se rearma y se lanza al independentismo como una forma de ser hegemónica. Y después se refuerza todavía más con el triunfo de Ada Colau a la alcaldía de Barcelona y de En Comú Podem en el Congreso de los Diputados. Lo escenificó muy bien Josep Rull cuando vociferaba ante los medios que tenían que hacer un frente nacionalista, porque si no, les arrebatarían la Generalitat.

Tomando, además, un atajo…

Sí. Estableciendo el precedente de que te puedes saltar las normas, las leyes pactadas entre todos, que te puedes sacar de la manga lo que a tú te interesa. Esto es muy peligroso, porque ahora es por eso y después por aquello otro. Cosa que tiene también a ver con la Constitución del 78. Estamos de acuerdo en que hay que reformarla, pero basta de echarle toda la culpa, de cargársela y demonizar a quienes llegaron a aquel acuerdo, que perseguía acabar con el franquismo, el cadáver del cual está desenterrando el nacionalismo catalán para seguir sembrando cizaña y obtener réditos políticos a corto plazo. Todo esto, sin olvidar que el proceso ha destrozado los partidos en Cataluña y también en España.

Y el izquierdismo, haciendo el juego a la derecha…

El izquierdismo cuando ve a la gente en la calle piensa que hay que estar, sin analizar quién son y por qué lo hacen. La historia nos enseña que no siempre son revolucionarios los movimientos de masas. Además, el sesgo de la izquierda del proceso hace que se piense que tal vez tienen razón o que no nos podemos quedar fuera de un posible cambio social, que sólo se produce cuando hay una ruptura estructural. Y esto no tiene nada que ver con un cambio social porque no cuestiona lo estructura capitalista ni la correlación de clases en Cataluña. Y hay gente de izquierdas que incluso piensan que pueden arrebatar al nacionalismo la hegemonía del proceso y, por supuesto, quienes solamente piensan en aritmética electoral (por el deseo de ocupar el lugar del PSOE a escala estatal) y por eso buscan alianzas con fuerzas que solamente aspiran a independizarse de España.

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