El derecho a pensar

Abducidos por el debate sobre qué consiste el derecho a decidir y en qué ámbitos de decisión se puede ejercer este derecho, nos olvidamos de otro derecho que también tenemos y que quizás deberíamos ejercer más. Además, es un derecho que nadie nos puede limitar. Sólo nosotros mismos podemos reprimirlo. Me estoy refiriendo al derecho a pensar.

También tenemos derecho a soñar pero vivimos unos tiempos en los que hay que tener los pies en el suelo y, por orden de prioridades, creo que es imprescindible pensar primero. Para soñar siempre estaremos a tiempo.

Pensamos poco. Quizás porque en la era digital en la que vivimos todo va a un ritmo acelerado. Hablamos por los chats del teléfono con cuatro personas o grupos a la vez y respondemos inmediatamente a un comentario de Facebook o de Twitter. Además, en este último caso tenemos que resumir en 140 caracteres nuestro pensamiento.

«Cuenta hasta 10 antes de contestar», nos recomendaban padres y maestros. Las falsas noticias que corren por Internet juegan con esta tendencia a contestar antes de pensarlo dos veces. Sobre todo si vivimos en un conflicto que se plantea como dicotomía: SI o NO. El referéndum no fue sólo el día 1 de octubre sino que lo hacemos cada día cuando reaccionamos en función del bando en el que estamos, sin dar tiempo a analizar a fondo lo que nos muestran y la respuesta que damos.

Una militante de ERC dijo que un policía le había roto de uno en uno los dedos de la mano derecha, alguien le vendó la mano izquierda y medio mundo la creyó. Hacen correr por Internet que el mayor Trapero tenía un hermano asesinado por ETA y un montón de gente se lo ha tragado.

No somos las únicas víctimas de este juego perverso. Un diario sensacionalista británico publicó en portada que el primer ministro David Cameron había tenido sexo con una cabeza de cerdo durante una orgía y el trabajo fue suyo para demostrar que era una mentira integral.

Hay que prestigiar el derecho a pensar. Y a pensar diferente de los demás. Y, si me apretáis, a pensar diferente de los nuestros. Cuando os encontréis en un grupo, un círculo, una reunión, donde todos penséis igual, poned en marcha el cerebro. Dudad de las unanimidades.

Antes de opinar y decidir es bueno pensárselo un poco.

¿Pensamos? ¿Hablamos? Parlem?

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