Claveles y rosas para la Guardia Civil

Como en la Guerra de los Segadores, la Guerra de Sucesión o la Guerra Civil, el actual envite secesionista de Cataluña se incardina en una dinámica geoestratégica que ultrapasa las tradicionales tensiones entre Barcelona y Madrid y adquiere una dimensión internacional. La Unión Europea, Rusia y los Estados Unidos son los tres vértices del triángulo en el cual se juega la aventura independentista que lidera Carles Puigdemont y que tiene su hito en el anunciado referéndum del próximo 1-O.

El eje franco-alemán quiere dar un fuerte impulso a la vertebración institucional y política de la Unión Europea (UE). El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, en su intervención de inicio de curso ante el Parlamento europeo, propugnó la fórmula «todos en todo» para definir la voluntad de compactar todavía más los 27 países de la UE. En una posterior entrevista en Euronews, Jean-Claude Juncker dejó claro que una hipotética Cataluña independiente saldría automáticamente de la UE y haría falta que, a posteriori, negociara su adhesión. En este sentido, Mariano Rajoy sabe que tiene el pleno apoyo de Bruselaspara aniquilar, constitucionalmente, el desafío independentista catalán, como está haciendo estos días.

Al otro lado del Atlántico, el presidente Donald Trump intenta implantar una nueva visión geoestratégica planetaria a partir de imponer el liderazgo de los Estados Unidos en alianza con la Rusia de Vladimir Putin. Lo tiene complicado. El Pentágono, la CIA y los pesos pesados del Partido Republicano no comparten la pulsión de Donald Trump de comportarse como un elefante en una cacharrería y por eso está en la cuerda floja debido a las investigaciones sobre el escándalo del Rusiagate. En esta dura pugna interna, el caso de Cataluña toma relevancia y, en este sentido, hay que interpretar las ambiguas declaraciones de la portavoz del departamento de Estado, Heather Nauert, al ser preguntada sobre el conflicto secesionista que vive España. El próximo día 25 el presidente español, Mariano Rajoy, viaja a Washington para entrevistarse con Donald Trump y, a buen seguro, la equívoca posición de los Estados Unidos sobre el proceso independentista catalán será uno de los temas candentes.

Vladimir Putin tiene una espina clavada: la posición de la UE en el conflicto de Ucrania, en contra de los intereses geopolíticos de Rusia, y espera el momento para devolver el golpe. A pesar de que, oficialmente, el Kremlin niega con vehemencia toda implicación en el conflicto catalán, ve con buenos ojos cualquier intento de desestabilización interna de la Unión Europea. Las grandes maniobras militares que acaba de hacer con Bielorrusia, bautizadas con el nombre de Zapad-17 (Occidente-17), han provocado inquietud e indignación en Bruselas.

Habrá que ver cómo arraiga el incipiente Maidan catalán que ha empezado este miércoles 20 de septiembre. Los independentistas tienen que ser conscientes que Cataluña forma parte del tablero mundial y que la pareja Trump & Putin los puede utilizar (¿lo está haciendo ya?) para debilitar el proyecto de consolidación europea que encabeza la pareja Merkel & Macron. No es por casualidad que Julian Assange, que está buscando ansiosamente el «perdón» de Donald Trump para salir de la embajada de Ecuador en Londres –donde está encerrado desde hace cinco años (!)- se haya convertido en el gran propagandista de la causa de la independencia de Cataluña a través de las redes sociales.

Los catalanes, a lo largo de la historia -y, en especial, de los últimos 400 años- hemos dado muestras reiteradas de ir por el mundo con el lirio en la mano, de error en error. Ahora llevamos claveles y rosas a la Guardia Civil (Valls style).

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