¿Qué clave esconde la ‘creación’ cardenalicia de Juan José Omella?

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El papa Francisco ha sorprendido a todo el mundo con el nombramiento anticipado de cinco nuevos cardenales, entre los cuales está el actual arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Con esta designación, el papa argentino señala claramente cuáles son los prelados en los cuales deposita su máxima confianza en la cúpula de la Iglesia española: los cardenales de Madrid, Carlos Osoro; de Valladolid, Ricardo Blázquez, y el futuro cardenal de Barcelona, Juan José Omella, que tomará posesión de esta dignidad el próximo 28 de junio, víspera de San Pedro.

Con la creación de Juan José Omella como nuevo cardenal, el papa Francisco también ha mandado un mensaje directo a la siempre removida Iglesia catalana. Por un lado, tapa el protagonismo que, hasta ahora, tenía en la curia vaticana el cardenal Lluís Martínez Sistach, ex-arzobispo emérito de Barcelona, que acaba de cumplir 80 años y ha quedado en fuera de juego. Bajo su ademán piadoso y moderado, Lluís Martínez Sistach es un instrumento de la causa procesista en el corazón de la Iglesia catalana –se ha dejado comprar de buen grado por el dinero que la Generalitat paga al arzobispado- y maniobró para que su sucesor fuera el nacionalista Joan-Enric Vives, arzobispo de La Seu d’Urgell y copríncipe de Andorra.

A pesar de que nació en la Franja y habla en catalán, Juan José Omella ha marcado una connotada distancia con el movimiento soberanista y secesionista catalán, que tradicionalmente ha buscado (y ha encontrado) la protección y la complicidad de la Iglesia. En este sentido, no es el sinuoso Lluís Martínez Sistach ni tampoco ha continuado el legado nacionalista del difunto cardenal Narcís Jubany. El nuevo cardenal de Barcelona, que fue responsable de la ONG Manos Unidas, se caracteriza por su fuerte vocación social, en plena sintonía con el nuevo rumbo que ha dado a la Iglesia el papa Francisco, con quien le une una estrecha relación personal.

Juan José Omella será, a partir de ahora, el máximo representante de la Iglesia catalana en el Vaticano y esto es, objetivamente, una mala noticia para el proyecto independentista que predica urbi et orbi el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

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