Más vale pájaro en mano

Dice Artur Mas que ahora que se aproxima «el día D y la hora H» es una «alegría» ver cómo el gobierno de Carles Puigdemont muestra su «absoluta determinación» a hacer el referéndum para que la gente pueda votar si quiere carne o pescado. La nota de prensa del partido ex-convergente ilustra estas declaraciones hechas el sábado pasado en Montblanc con una fotografía donde se ve al ex-presidente de la Generalitat –el 129 según nos recuerdan a las desmemoriadas como yo- rodeado de militantes de diferentes edades sonrientes y con una urna de metacrilato en las manos. No me queda claro si la caja exhibida en la imagen es una sobrante de otras votaciones comprada en el bazar chino de la esquina o es un prototipo de las 8.000 urnas de diseño exclusivo que el ejecutivo catalán quiere licitar. Tampoco me queda claro si los de la fotografía –excepto el amigo de Jordi Pujol Ferrusola, naturalmente- están al caso de las últimas noticias sobre el caso Pujol.

Veo la bucólica imagen de los ex-convergentes de la capital de la Conca de Barberà y después leo que Mariano Rajoy perseguirá con todo el peso de la ley a las empresas que osen asumir el encargo de las urnas, y no puedo dejar de reír ante esta nueva muestra de estulticia mental. A los populares alguien les tendría que recordar que perseguir a la iniciativa privada va contra el capitalismo y que interferir en la producción de urnas les acerca peligrosamente al comunismo, donde ya sabemos que se controlaban hasta los esfínteres. Aplaudo la reciente iniciativa ciudadana de costear las urnas para ayudar a las pobres finanzas del gobierno catalán y si alguien piensa en poner en marcha una campaña de micro-mecenaje para recoger fondos, yo me presento voluntaria para asesorarle por un módico precio.

Nadie me ha aclarado todavía por qué ahora se ha optado por el metacrilato en lugar de utilizar de nuevo las urnas de cartón del 9N hechas por los presos catalanes gratis. Preocupada por los efectos que 8.000 urnas de este plástico acrílico puedan tener sobre el medio ambiente patrio el día siguiente de la histórica fecha, busco información en Internet sobre sus propiedades. Me tranquiliza saber que su durabilidad supera los diez años, cosa que significa que podremos reutilizarlas para votaciones ulteriores o revenderlas al gobierno vasco por si al final se apunta a la fiesta. También veo que el material en cuestión tiene una gran resistencia a los impactos y no produce ningún gas tóxico al quemar, cosa que es de agradecer por si a Xavier García Albiol le da por presentarse el día de la votación con un hacha o un lanzallamas.

Como todo en esta vida, siempre hay una cara y una cruz. Si la cara es la alegría que los catalanes hemos manifestado por poder volver a votar, ni que sea en un orinal o en una caja de zapatos, la cruz es la perplejidad que nos ha causado la traición de los vascos. Aquí mucho ir de sobrados con el concierto económico y hacer coña sobre el origen prehistórico de sus genes y sobre el rupestre repertorio de deportes populares, pero el gobierno vasco ha arrancado al gobierno popular 1.400 millones de euros por haber pagado de más a Madrid durante una década. A cambio de la compensación, el PNB apoyará los presupuestos del Estado, que es casi tanto como decir que nuestros queridos amigos del norte apoyarán a un ejecutivo que no descarta enviar al ejército a Cataluña.

La realpolitik es la que es y no entiendo la cara de felicidad de algunos patriotas catalanes, sobre todo la de aquellos herederos del pujolismo que un día se levantan independentistas y al día siguiente se lo piensan mejor. Resulta que sigue funcionando mejor la despreciada estrategia autonomista del pájaro en mano que no hacía ascos a nada que la actual de pedir la luna. Es cierto que esta última es más romántica, pero pedir la luna es de tontos como nos han demostrado los vascos.

(Visited 41 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario