Ubú president

La gente suele recordar qué hacía años ha cuando pasaban cosas excepcionales: cuando mataron al presidente Kennedy o al cantante Lennon, cuando murió Marilyn, cuando el golpista Tejero entró en el Congreso, cuando se inauguraron los Juegos Olímpicos de Barcelona, y tanto otros «cuandos». El otro día recordaba qué hacía yo el 25 de julio de 2014, día en que el ex president y ex honorable Jordi Pujol confesaba que escondía dinero en paraísos fiscales; más concretamente, recordaba que al día siguiente de la proclama participé en una tertulia radiofónica donde, desengañémonos, los del «ya te lo decía yo» mojamos pan. Lo que más recuerdo de ese día es la llamada de una oyente abatida por los hechos; la mujer explicaba como su padre, en su lecho de muerte, le recomendó que votara siempre a Jordi Pujol, «él nunca te fallará«, dice que le dijo. Y después de contar el testamento que su progenitor le había confiado en forma de sentencia, y después de la pausa dramática correspondiente, la señora añadió: «¡Cómo me he de sentir yo ahora tras saber que Pujol nos engañó a todos!«…

Lo mejor del caso (en realidad, lo peor) es que la confesión de Pujol va camino de quedarse muy corta. Incluso a muchos de los del «ya lo decíamos» nos sorprende la magnitud de la tragedia; lo decíamos y nos tildaba de herejes, pero tampoco pensábamos que fuera para tanto. Desconozco por cuántas cosas pasará a la historia aquel hombre al que tanto le preocupaba como lo trataría la historia, pero bien parece que se ha ganado figurar con letras de oro en el capítulo de los grandes embusteros. Él que, cínicamente, nos daba lecciones de moralidad día sí y día también, ha resultado ser uno de los grandes farsantes de la historia de este país.

Todavía hay ‘pujolistas’ que reivindican al menos una parte del legado del padre. La verdad, después de ver al hijo ingresando en prisión o de leer informaciones que apuntan que su esposa, Marta Ferrusola, ya tenía dinero en Andorra antes que sus hijos, cuesta mucho separar el grano de la paja y, en todo caso, el cuadro está aún demasiado cerca para apreciar los matices.

Estaba cantado que una tragicomedia esperpéntica como la que nos ofrecen los Pujol acabaría en formato teatro. «A tots els que heu vingut» es una pieza teatral que recrea el momento de la confesión de Pujol y el cataclismo que la noticia genera en Magda, una señora del Eixample barcelonés que escucha canciones de Núria Feliu, y que bien podría ser esa mujer que llamó a la radio… -una obra que hasta este domingo todavía se puede ver en la sala pequeña del Teatro Nacional de Cataluña.

Todo ello hace pensar en el profético Ubú President de los Joglars, con un excelso Pujol interpretado por el gran Ramon Fontserè; la escena en la que el rey Pujol se mece mientras sus vasallos le confiesan los pecados retrata muy bien lo que ha pasado en este país durante muchos años. Se dijo después que Boadella, que entonces conservaba todos sus nortes intactos, escondía en un cajón una segunda parte del Ubú dedicada a Ferrusola; huelga decir que, de ser cierto, el librito tendría hoy un valor incalculable…

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