El Gobierno de la Generalitat se esfuerza en demostrar, día sí y día también, que tiene un compromiso firme con la celebración de su referéndum. Tanto es así que ha tenido que montar un tipo de ‘performance’ política institucional para obligar a todos los consejeros y altos cargos del ejecutivo un documento de reafirmación. Que este acto se celebrara poco antes del día de Sant Jordi tenía su sentido. La recogida de firmas del Pacto Nacional por el Referéndum y el aire de jornada reivindicativa que se acercaba hacía de aquella semana el escenario perfecto.
Pero el viernes que se celebró el acto de reafirmación, el Gobierno decidió reunir también a la Mesa de seguimiento de los acuerdos tomados en el pleno de la pobreza. Entidades, partidos y tercer sector se reunían en el mismo Palau de la Generalitat para analizar los cumplimientos y, sobre todo, los incumplimientos de los pactos logrados. Pero no parece baladí la elección del día. Porque, ¿quien se cree que las quejas de las entidades y la oposición tendrían espacio en los medios el mismo día que el Gobierno hace la ‘performance’ del referéndum? Nadie. El Gobierno sabía que, una vez más, el proceso y el referéndum taparían la pobreza. Flaco favor hace a la empatía con el proceso entre las clases más desfavorecidas con gestos como este. Pero las prioridades son las que son.
