Esto va de capitalismo

La CUP tiene dos objetivos fundamentales: acabar con el capitalismo y conseguir la independencia de los Países Catalanes. De momento, se conforma con la independencia de Cataluña. La de los Países Catalanes pinta más complicada. Mejor dejarla para más adelante. Por eso han apoyado los presupuestos de la Generalitat que les presentó el gobierno de Junts pel Sí, con unos cuantos retoques que puede que ni fuesen necesarios visto el razonamiento que dieron sus dirigentes para justificar su SÍ al proyecto presupuestario. «Estos presupuestos son un desastre pero los aprobamos a cambio de que el Gobierno de la Generalitat convoque el referéndum por la independencia», fue el resumen argumental de los cuperos.

Desde que casi todo el mundo funciona en base al sistema económico capitalista, muchas fronteras se han rediseñado. Un puñado de países ha logrado colgarse la etiqueta de independientes desde entonces. Una independencia nominal que ha ido acompañada de una dependencia económica creciente. La globalización de los negocios ha atravesado fronteras -viejas y nuevas- y ha impuesto los intereses de los empresarios y los gestores financieros por encima de los de los ciudadanos.

La lucha contra el capitalismo se ha demostrado más difícil que la que pretende crear nuevos estados, nuevas patrias. Informe tras informe los datos lo confirman: el 1% de la humanidad es cada vez más rico frente al 99% que se empobrece comparativamente.

En la manifestación del pasado sábado contra Donald Trump delante del consulado de Estados Unidos en Barcelona quienes tomaron la palabra recordaban que el enemigo a batir no eran los EEUU sino su presidente y su política de levantar muros y barreras a la inmigración.

El mismo sábado se conmemoraba el Día Mundial contra el Cáncer. Ocho de cada diez españolas a las que se les detecta un cáncer de mama sobreviven a la enfermedad. Padecer cáncer de mama en decenas de países del Tercer Mundo conlleva la muerte segura. Al capitalismo no le preocupan las viejas fronteras de Kenia o las fronteras recientes entre Sudán y Sudán del Sur. Tampoco le agobia que en estos países haya más o menos respeto por la democracia.

Donald Trump es presidente a pesar de haber obtenido tres millones de votos menos que su rival electoral, Hillary Clinton. A Wall Street ya le iba bien Clinton pero con Trump se frota las manos y su índice de beneficios se dispara.

Si queremos democracia de verdad hay que derrotar el capitalismo.

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