Ocurrencias

«Ocurrencia» es uno de los epítetos preferidos del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Con el estilo campanudo que le caracteriza, lo utiliza para descalificar iniciativas o propuestas, generalmente procedentes de la izquierda, dando a entender que se trata de ideas disparatadas o extravagantes, propias de gente más bien irresponsable ¿Hará lo mismo con su homólogo estadounidense Donald Trump, que en su corto mandato está pulverizando el record Guinness de las ocurrencias?

No es seguramente patrimonio exclusivo de Rajoy esta pulsión a tratar a la izquierda de ilusa, soñadora, cándida o fantasiosa, en contraposición a la derecha, que se presenta como severa, circunspecta, adusta… tiesa, en fin, pero sin pelos en la lengua a la hora de calificar peyorativamente a los demás. Para muestra un botón. Benoît Hamon, elegido candidato a la presidencia en las elecciones primarias del Partido Socialista Francés, ha sido recibido al grito de «utópico» por la derecha francesa.

Nada de extrañar si tenemos en cuenta que «Benoît Hamon ha defendido frente a Manuel Valls valores y propuestas de izquierdas, como la abrogación de la ley del Trabajo, la reducción de la semana laboral, el subsidio social universal y la reestructuración de la política fiscal, una visión de una sociedad más justa, humanista y no sometida al diktat de la productividad y de los beneficios financieros, la transición ecológica en lucha contra los lobbys industriales, así como la instauración de una sexta Republica que modifique las actuales instituciones. Propuestas que le sitúan en sintonía, en gran parte, con las defendidas por Jean Luc Melenchon«, informa desde París, para Periodistas en Español, Julio Feo Zarandieta.

«Un programa -añade Julio Feo- que le ha valido ser calificado de utopista e izquierdista por los fieles guardianes del actual dispositivo electoral (…) En Francia, como en Europa, cuando la prensa seria no caía en tantos excesos, se solía calificar con razón de izquierdista a la extrema izquierda extraparlamentaria, que preconizaba la revolución, sin necesidad de pasar por las urnas. Pero los comentaristas de los grandes medios televisivos han decidido ahora que la extrema izquierda empieza en Hamon, la extrema de la extrema en Melenchon, la extrema de la extrema de la extrema en Arlette Laguillier u Olivier Besancenot, y sin contar otras corrientes libertarias».

También en Periodistas en Español, Mercedes Arancibia escribe: «Cuando dejemos de reírnos con los chistes, los dibujos, los vídeos, los memes, los trending topics y como se llamen el resto de posibilidades que ofrece la navegación por Internet, y más precisamente las redes sociales, podremos empezar a calibrar lo que significa que haya llegado a la Casa Blanca un personaje como su actual ocupante, ni tan payaso como gustaría a algunos, ni tan solo personaje salido de la reserva del kitsch modelo Kardashian como aparece rodeado de su decoración de interior preferida, donde oro y oropel relucen con la misma intensidad».

«Casi un siglo después de que se hiciera famoso el cliché -añade Mercedes- estamos de nuevo ante un ejemplo clásico de WASP (hombre blanco, anglo-sajón, protestante), prepotente, tiránico, machista, xenófobo, racista, con la doble moral del putero inveterado, viejo verde requemado y reteñido, dispuesto a destrozar todos los logros sociales, no de la anterior administración sino los conseguidos por la sociedad civil al menos desde 1919, cuando se creó la Sociedad de Naciones que empezó a velar por los derechos fundamentales de los seres humanos».

Para Rajoy, no cabe duda, las propuestas de Benoît Hamon no son sino «ocurrencias». ¿Y las de Donald Trump que, por cierto, se está convirtiendo en hechos? ¿Quizá es que Rajoy, tan redicho, piensa que cuando la ocurrencia se hace patológica se convierte en delirio, y no se atreve a decírselo a Donald Trump? ¿Podría ser que Rajoy se calla ante Donald Trump porque así debe hacerse ante el amo? ¿Será que Donald Trump es uno de los suyos y, en consecuencia, no cabe en la cabeza que puedan ocurrírsele ocurrencias? ¿O, en fin, podría reducirse todo a que son precisamente los conservadores quienes se llevan la palma en estos de las ocurrencias (véase, por añadidura Silvio Berlusconi) y por eso, como los niños, hay que llamarlo antes de que te lo llamen?

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