Un delegado sindical protesta con un megáfono delante del Teatro Nacional de Cataluña y se paran a escucharlo el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, y su esposa, Helena Rakosnik. Era el 14 de mayo del 2013, antes de que empezara la gala del Premio Catalán del Año 2012, en que se distinguió al grupo Hotusa en la categoría de iniciativas sociales y empresariales. El empresario gallego arraigado en Cataluña Amancio López Seijas, que recogió el galardón como creador de este emporio hotelero, llevó a los tribunales aquella protesta, convocada por sus trabajadores afiliados a CCOO contra decenas de despidos.
López Seijas no pudo probar que Sergio André, el hombre del megáfono, lo hubiera insultado, pero este trabajador todavía le reclama que cumpla la sentencia que anuló su despido y el de un colega y exigió a la empresa abonarles más de un año y medio de salario. La indignación por estos hechos ha hecho salir a la calle a trabajadores de toda España este enero. Acusan a Hotusa de precarizar, de reducir al mínimo las plantillas e incorporar a gente en prácticas o con contrato temporal y de reprimir los sindicatos, hasta el punto de despedir a los delegados.
El talante de López Seijas
André, tan veterano que fue afiliado sindical clandestino a las postrimerías del franquismo, explica que el día siguiente de la protesta que tuvo lugar el pasado día 12 ante el Exe Laietana Palace de Barcelona un trabajador «implicado sindicalmente» fue «represaliado» con un traslado a otro hotel para trabajar por la noche. Es el último exponente que ilustra el talante de Amancio López, a quien conoce bien porque ya trabajaba en el Hotel Cristal de Barcelona antes de que fuera adquirido por Hotusa hace dos décadas.
Según rememora, López Seijas chocó con la plantilla enseguida que aterrizó porque planteaba medidas descaradamente contrarias a los intereses de los trabajadores. Relata que, una vez fracasado el ataque frontal, el empresario optó por reducir poco a poco la plantilla hasta que, pasados los años, ha tumbado el comité de empresa que controlaba CCOO. André afirma que, antes de las elecciones sindicales, Hotusa incorporó al Cristal 20 empleados «de confianza» para que votaran, y UGT ganó.
Actualmente estima que la representación sindical en los hoteles de Hotusa, a diferencia otros gigantes del sector, es «prácticamente nula» porque «cortan toda señal incipiente de organización sindical«, y casi no quedan comités de empresa como tales, sólo afiliados y delegados aislados. Exceptuando su caso, el problema generalizado no son los impagos, sino la proliferación de la temporalidad sin jornada completa y la externalitzación, condiciones que evitan la contratación bajo convenio -más cara- y ahorran gasto por trabajador.
Entre las jugadas sucias atribuidas a Hotusa hay amenazas de despido en vigilias de manifestaciones y traslados de empleados a otros centros que el grupo gestiona pero que sabe que abandonará porque se le acaba el contrato de explotación. «Los sacaba para pasarle el muerto al que venía después«, resume André.
Conectado con el poder
El otro Amancio hizo el salto a la gestión y la adquisición de hoteles en los 90 después de haber hecho agujero con Hotusa, inicialmente dedicada a las reservas y hoy marca de un consorcio que facturó 955 millones de euros en 2015.
Ha logrado posiciones privilegiadas en el Círculo de Economía (junta directiva), la patronal Fomento del Trabajo (consejo asesor), AENA (consejero independiente) y el lobby turístico Exceltur (presidente). Como consejero de Banca Cívica durante el proceso de integración y salida a bolsa, eso sí, fue imputado por la manipulación de las cuentas de la entidad con objeto de aparentar solvencia.
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