Pollos catalanes, vacas españolas

Fui a comprar al supermercado que Carrefour tiene en el centro comercial de Glòries, en Barcelona. Me sorprendió ver que algunos productos se vendían apelando a argumentos nacionales. Encontré pollos cien por cien catalanes, naranjada Refreskcat y leche procedente íntegramente de vacas españolas.

Comparto el espíritu de la soberanía alimentaria, entendida como la producción de alimentos y bebidas tan cerca como sea posible de los consumidores. Pendiente, sin embargo, de que este argumento no justifique dejar abandonados a los productores de países empobrecidos. El proteccionismo estilo Donald Trump puede ser una trampa para los agricultores de muchos de estos países, no sólo porque no puedan vender sus productos en Estados Unidos sino porque continuarán sufriendo la invasión de los que se hagan allí o en otros países desarrollados, con unas subvenciones que ellos no se pueden permitir.

Hice fotografías de los carteles que anunciaban productos con marca nacional de origen y las colgué en Facebook. Inmediatamente se desató una polémica, no carente de insultos. A mí me tocaron unos cuantos. «Miserable, rencoroso y resentido», entre otros. Supongo que quien los escribía lo hacía con una sonrisa en los labios.

La recomendación de comprar productos nacionales no es nueva. Muchos comerciantes han buscado hacer negocio en base a esta idea. El crecimiento de la opción independentista en Cataluña ha venido acompañada de la aparición de todo tipo de productos distinguidos por la bandera estelada. Los que los compran son independentistas convencidos, claro. Entre los que los fabrican hay de todo. No pocas veces se supera la raya que separa el negocio o la convicción ideológica del ridículo. Pero, como en todo, cada uno pone la raya allí donde le interesa o le sale del alma.

La leche, los pollos o la naranjada no se deberían comercializar más o menos porque en su publicidad haya esteladas, castellers o banderas españolas. Me parece tan desafortunado como la tradición islámica de comer sólo carne de animales que han sido sacrificados de una forma determinada, incluida la obligación de que estén mirando hacia La Meca mientras los degüellan.

Hay que conseguir que catalanes, españoles, cristianos o musulmanes tengan en su mesa los alimentos que necesitan. Y si se producen de forma ecológica y cerca de casa, mucho mejor. Pero sin mezclar patrias e insultos por medio.

(Por cierto, cuando salí del Carrefour de Glòries llené un formulario de reclamación. No tiene nada que ver con banderas y sentimientos nacionales. Hacía frío. Muchos empleados trabajaban con cazadoras por encima del uniforme. Me indigné tanto como alguno de los que se desahogó en mi Facebook).

(Visited 31 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario