Navidad: nada que celebrar

¿Qué tenemos que celebrar estos días? ¿Que decenas de miles de personas están atrapadas en Alepo, entre bombas, hambre y miseria? ¿Que se negocia con sus vidas como si se tratara de mercancías? ¿Que en la guerra de Siria ha muerto ya cerca de medio millón de personas? ¿Que el gobierno belga se niega a dar el visado a una familia atrapada en Alepo que tiene el visto bueno de una familia de la ciudad de Namur para que vivan en su casa? ¿Que cerraremos el año con 5.000 personas ahogadas en el Mediterráneo cuando intentaban llegar a una Europa que se niega a acogerlas? ¿Que 60.000 personas están atrapadas en Grecia por esta actitud insolidaria de la Unión Europea? ¿Que los partidos xenófobos ganan posiciones en buena parte de esta Unión? ¿Que poco ha faltado para que Austria se haya convertido en el primer país europeo que tiene un presidente de extrema-derecha después de la segunda guerra mundial? ¿Que diferentes países ponen alambradas en sus fronteras para impedir la entrada de familias que huyen de la guerra y del horror? ¿Que en algunos de estos países se trata a los refugiados como delincuentes? ¿Que Polonia restringe el derecho a la información sin que la Comisión Europea se plantee sancionarla? ¿Que Alemania, Holanda o Finlandia insisten en ahogar con una austeridad estúpida y contraproducente los derechos sociales de los ciudadanos de la mayoría de países de la zona euro? ¿Que Holanda o Luxemburgo exigen austeridad económica a otros países cuando se han convertido en paraísos fiscales por donde se escapan miles de millones de euros del control de las haciendas públicas del resto de Europa?

¿Que las bombas estallan en Siria, pero también en Yemen, Egipto, Somalia, Nigeria, Sudán del Sur o Turquía? ¿Que el Parlamento Europeo entrega el premio Sajarov a la Libertad de Conciencia a dos mujeres yazidíes que explican las brutalidades a que han sido sometidas ellas y su comunidad por parte del Daesh y al mismo tiempo pone obstáculos a acoger a las personas que llegan a Europa huyendo de estas atrocidades? ¿Que las cárceles de Irán, Egipto, China, Eritrea, Turquía, Vietnam y otros países están llenas de periodistas y ciudadanos que han criticado a sus gobiernos? ¿Que Estados Unidos tendrán a partir de enero un presidente que incluirá en su equipo de gobierno a negacionistas del cambio climático, reconocidos ultraderechistas, xenófobos o máximos directivos de grandes empresas petroleras y financieras? ¿Que Filipinas tiene un presidente que se jacta de matar personalmente a traficantes de drogas? ¿Que la violencia urbana tiene aterrorizadas a las poblaciones de Honduras y El Salvador? ¿Que los parlamentarios de Brasil hicieron caer a una presidenta honrada y ahora están gobernados por un puñado de corruptos fieles al neoliberalismo más inhumano? ¿Que la palabra solidaridad ha desaparecido del vocabulario de la clase política y ha sido sustituida por el «nosotros, primero»?

No se trata de amargar las vacaciones a nadie. Se trata de ser conscientes de que cuando hablamos de días de fraternidad no nos referimos a organizar maratones televisivas, intercambiar regalos o exaltar los valores de la familia tradicional.

Se trata de remangarnos y gritar y actuar para crear otro mundo en el que no queramos ser los primeros, los más grandes, los mejores, sino que sea una comunidad fraternal de personas iguales en derechos, dignidad y calidad de vida.

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