Los hechos pasaron en el barrio de Torrassa del Hospitalet, pero la víctima mortal fue un joven barcelonés de la Verneda. Solo tenía 20 años. La noche del 15 de diciembre del 1992, Pedro Álvarez acompañó a Yolanda, su novia, hasta el domicilio de sus padres, en la avenida Cataluña del Hospitalet. Ya la había dejado cuando un coche Opel Vectra de color blanco, que circulaba a toda velocidad, estuvo a punto de atropellar la chica. Este incidente derivó en una discusión subida de tono entre Yolanda y el conductor del vehículo.
Al escuchar la bronca, Pedro dio media vuelta y corrió en defensa de su pareja. En un momento del rifirrafe, el conductor sacó una pistola del coche y disparó tres veces a sangre fría contra el chico de la Verneda. Una de las balas le impactó en la cabeza y lo dejó muerto en el acto.
Pocas horas después de este homicidio, era puesto a disposición judicial un miembro de la brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, José Manuel S.F. -muy conocido en el Hospitalet por su carácter pendenciero- como sospechoso de ser el autor. Todo cuadraba: su vehículo habitual era un Opel Vectra de color blanco, Yolanda recordaba dos números de la matrícula que coincidían con los de este coche, la fisionomía del homicida correspondía con la del policía, la munición también lo inculpaba, y José Manuel S.F. no pudo presentar ninguna coartada exculpatoria…
Increíblemente, la jueza encargada del caso, María José Magaldi, lo dejó en libertad sin cargos. Según su parecer, «por carencia de pruebas concluyentes». En el año 2000, la Audiencia Provincial archivó el sumario.
Desde aquel trágico 15 de diciembre del 1992, Pedro y Carmen, los padres del chico, no han dejado de reclamar justicia. Durante años han tenido que batallar con la incomprensión de los numerosos representantes políticos con los cuales se han reunido, que se lavaban las manos con la excusa de que no podían inmiscuirse en la tarea de los órganos judiciales. Las últimas diligencias sobre este caso datan del año 1997 y, por lo tanto, el próximo año prescribirá si no hay ninguna novedad. El homicidio de Pedro Álvarez quedará así enterrado en el olvido oficial y constituirá un caso único en Cataluña.
Este jueves, como cada 15 de diciembre, los familiares y la plataforma que les apoya vuelven a salir a las calles de Barcelona y del Hospitalet para exigir que el asesino de Pedro Álvarez sea detenido y juzgado. Ahora ya no claman en el desierto ni tienen que hacer frente a las amenazas telefónicas que les conminaban a abandonar la protesta. Desde la llegada de Ada Colau a la alcaldía de Barcelona, el caso de este chico de la Verneda muerto hace 24 años se ha convertido en una prioridad del nuevo equipo de gobierno.
Los padres han sido recibidos con todos los honores en la Casa Grande y el último pleno municipal aprobó una moción donde se exige la reapertura de la investigación judicial y la intervención del síndico de agravios para analizar las incongruencias y disfunciones que acabaron con el archivamiento del caso en el 2000.
En el mismo sentido se ha pronunciado el consistorio del Hospitalet -cómo ya lo había hecho con anterioridad- en el plenario del pasado mes de noviembre. La revisión del caso Pedro Álvarez parece que está, finalmente, a tocar. El único problema es que el reloj corre en contra y que hay que convencer a la administración de justicia de que la impunidad es inaceptable en democracia.