Post-truth

Ya lo dice aquella vieja y anónima máxima del periodismo amarillento: «No dejes que la verdad te estropee una buena noticia«. Con el paso del tiempo, el precepto ha dejado de ser un privilegio de tabloide y se ha generalizado. A la impunidad de las redes sociales se añade ahora la precariedad de un oficio que antes se hacía a fuego lento y ahora con prisas y estropicios (con honrosas excepciones, que no dejan de confirmar la regla).

La verdad ya no es lo que era… Le hemos dado la vuelta a la palabra del poeta Antonio Machado, que decía que «después de la verdad nada hay más bello que la ficción«. La ficción le ha tomado la delantera a la verdad. No es de extrañar, pues, que el Diccionario Oxford haya entronizado el neologismo post-truth (posverdad) como neologismo del año. Según la publicación británica, el término viene a explicar cómo «los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las llamadas a la emoción y la creencia personal«. Lo que los italianos resumen como se non è vero, è ben trovato.

Aunque la palabreja viene de la guerra del Golfo y, por tanto, tiene su recorrido, la definición es bastante actual, e igual sirve para explicar el descalabro del Brexit, la victoria de Donald Trump o la derrota del referéndum para la paz colombiana. Tres posverdades donde las cargas emocionales (viscerales…) superan razones teóricamente más objetivas.

Han sido públicas y notorias las mentiras que ha usado Trump para ganar las elecciones; falsedades que sus votantes han encontrado más atractivas que las propias verdades de Hillary Clinton. También los ingleses querían comprar duros a cuatro pesetas, sabiéndolos falsos. Y los colombianos, entre vísceras o cerebro, eligieron el segundo órgano para ir a votar.

La victoria del vocablo fue reñida; tuvo que competir con varios términos anglosajones de nueva hornada. Entre ellos, adulting (comportarse como un adulto), woke (alerta por injusticia social), latinx (persona de origen latino) o brexiteer (partidarios del Brexit).

En Cataluña, el Instituto de Estudios Catalanes (IEC) y el Observatorio de Neología de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona también organizan una votación popular para elegir el neologismo del año. Por ejemplo, el año pasado ganó dron (el ingenio volador que puebla nuestros cielos). Las otras palabras finalistas fueron: cupaire, gihadisme, geolocalització, indepe, mem, núvol, sobiranisme, tacticisme y viral.

En España, la RAE también viene incorporando neologismos para contentar a la parroquia. Entre los últimos, encontramos amigovios (a medio camino entre amigos y novios), espanglish (lengua entre española e inglesa), feminicidio (asesinato de una mujer por razón de su sexo; tan de moda desgraciadamente…), o papichulo (hombre atractivo, objeto de deseo).
Como decía aquel, «de vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes«…

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