Podía haber sido nuestra abuela

La Rosa envejeció, un privilegio que no todos alcanzan y al que la mayoría aspira. Pero, seguramente la Rosa aún quería envejecer más o, quién sabe, quizás ya descontaba los días cansada de resistir. Quisiera o no añadir más muescas en su piel de 81 años, Rosa merecía otro final, eso seguro. Una adolescente me decía hace pocos días que un triste final le había estropeado una buena película. La película de la vida de la Rosa es una incógnita, conocemos pocos detalles, tenía nieta, bisnieta y poco más. Lo que sí sabemos, con demasiado lujo de detalles, es su trágico desenlace. La Rosa murió por culpa de un incendio provocado por unas velas. No eran velas de cumpleaños, como las muchas que habrá soplado a lo largo de su vida; eran velas de pobre, velas para verse después de que Gas Natural le cortara la luz por impago.

Aunque desconozco su rostro, es fácil ponerle cara a Rosa. Sólo hay que recordar la de nuestras propias abuelas. Por eso la historia de la Rosa nos ha impresionado tanto, porque ha picado cerca y allí donde más duele. Le ha pasado a Rosa, pero le podía haber pasado a nuestra abuela; podían haber sido las velas de nuestras abuelas las causantes del incendio y ellas ser las víctimas. ¿Alguien cree que Gas Natural hubiera tenido más clemencia con nuestra abuela? Desengañémonos, no. No era nada personal contra la Rosa, era y es una injusticia que el maldito azar situó en casa de Rosa ayer y quién sabe si en casa de nuestra abuela hoy, mañana o pasado mañana.

En España hay 5,1 millones de Rosas, que se ven incapaces de mantener su casa a una temperatura adecuada en esta época del año. Según indican los estudios de pobreza energética, estamos hablando de un 11% de los hogares españoles, y de un incremento del 22% en los últimos dos años. Y a pesar de que estamos hablando de una ingente cantidad de Rosas, aquí no pasa nada, no hay ninguna emergencia. Y sí que pasa, que las velas quitan la vida de nuestras abuelas mientras quienes gobiernan miran hacia otro lado, sin priorizar lo urgente.

La muerte de la Rosa ha levantado polvareda, mucha. Hemos pasado varios días hablando de la abuela de Reus, de impotencia, criticando Gas Natural por haber cortado la luz y los gobiernos de no hacer lo suficiente para evitarlo. Pero pasado mañana y hasta la próxima Rosa nos olvidaremos de la reusense y hablaremos de otra tragedia. Desgraciadamente, los dramas, y de todo tipo, hacen cola para entrar en nuestras vidas, y las inoperancias políticas crecen con similar auge que la pobreza energética.

Capítulo aparte merecen las lamentables, deshumanizadas e injustificables explicaciones de Gas Natural que, con inusual rapidez, sólo comparable a la del corte por el impago de la Rosa -no había pagado dos recibidos-, corrió a sacudirse las responsabilidades acusando la Generalidad o el ayuntamiento de Reus del corte. Gas Natural, desoyendo el principio de precaución, que indica que antes cortar la luz hay que verificar con los servicios sociales que no se trate de un caso de pobreza, dice que nunca se le comunicó que Rosa se encontraba en esta situación y el ayuntamiento responde afirmando que la empresa nunca le preguntó. ¿Y así todos tranquilos?

Ahora que la Generalitat negocia los presupuestos, sería bueno que unos y otros tuvieran presente a Rosa. Del gobierno de Rajoy hace tiempo que no espero ni pido nada… Una última pregunta: ¿el presidente de Gas Natural, Isidro Fainé, duerme tranquilo?

 

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