¡Quién fuese Valonia!

Bélgica es un país federal dividido en tres regiones: Flandes, Valonia y Bruselas. No es un modelo de federalismo muy descentralizado pero lleva ese nombre y una de las competencias regionales es vetar los acuerdos internacionales de comercio. Esto ha provocado que la región de Valonia, con la mitad de habitantes de Cataluña, haya puesto contra las cuerdas la aprobación del acuerdo de libre comercio que pretendían suscribir esta semana la Unión Europea y Canadá, conocido como CETA.

De los 75 diputados que forman el Parlamento valón, 47 pertenecen al Partido Socialista, Ecolo y el Centro Democrática Humanista, tres formaciones que se oponen al CETA. Bélgica no puede dar el visto bueno a este acuerdo si no lo hacen los parlamentos de las tres regiones que la conforman.

Así las cosas, el presidente de Valonia, el socialista Paul Magnette tuvo reuniones con destacados dirigentes europeos que intentaban que hiciera marcha atrás en su oposición al CETA. Incluso, la ministra de Comercio de Canadá, Chrystia Freeland, se reunió con él. Freeland se volvió a su país después de un encuentro con la prensa en la que casi lloró y donde afirmó que la mejor noticia era que volvía a su país y podría ver a sus hijas.

El Parlamento y el gobierno valones entienden, como los centenares de miles de personas que se han manifestado contra el CETA en diferentes países europeos, que este acuerdo está concebido para beneficiar más a las empresas que a los ciudadanos. Y, mira por dónde, se han saltado la norma imperante en los últimos tiempos que hace que los políticos prioricen los intereses de las empresas y los bancos ante los de la gente.

España no es un país federal pero tiene un nivel de descentralización de competencias superior a Bélgica; con permiso del Tribunal Constitucional, eso sí. El Parlamento y el gobierno catalanes no pueden parar el CETA. El 6 de octubre, se votó en la cámara catalana una moción contra el CETA y el acuerdo similar entre la Unión Europea y los Estados Unidos (TTIP). La moción salió adelante por la división en Junts pel Sí, ya que los diputados de ERC se sumaron a los socialistas y a los de Catalunya Sí Que es Pot y la CUP en la oposición a estos acuerdos.

Carles Puigdemont no es Paul Magnette.

¡Quien fuese Valonia!

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