Comerse las noticias falsas

Fuera bueno que en las facultades de periodismo se estudiara el extraño caso del articulista del diario The Washington Post, el estadounidense Dona Milbank, que en su día se comió, de forma literal, el artículo en el que predecía de forma errónea que Donald Trump no ganaría la nominación del Partido Republicano en las elecciones americanas. El osado periodista ya titulaba su escrito publicado en la mítica cabecera diciendo: «Trump perderá o yo me comeré esta columna«, y, al ganar la candidatura el magnate, el periodista se la comió.

En un vídeo de más de tres minutos colgado en el web del The Washington Post, Milbank se comía hasta ocho platos diferentes cocinados con el papel de diario en el que salió impreso su artículo; eso sí, cortados en pequeños trozos y algunos de ellos pasados por agua, batidos o incluso fritos. Entre los platos elaborados, entre otros ingredientes, con papel de periódico y acompañados por vino de la marca Trump, propiedad del magnate, se encuentran ceviche, chilaquiles en salsa verde, tacos de cordero, filete de pescado, bistec ahumado y café cubano. Buen provecho.

En ningún caso he encontrado información de la posterior digestión. Tampoco he sabido ver nuevos pronósticos del ínclito periodista acompañados del consecuente anuncio de ingesta en caso de pifia. Aunque la inmensa mayoría de pronósticos así lo indican, ¿se atreve ahora Milbank a afirmar que la insípida candidata demócrata Hillary Clinton se impondrá al loco y mentecato candidato republicano Donald Trump?

¿Se imaginan por un momento que los periodistas españoles y/o catalanes tomasen el reto de Milbank al pie de la letra y que, en caso de pronósticos erróneos o noticias falsas, se comieran los diarios donde fueron publicados? Vaya por delante que yo, después de muchos años en activo, me tendría que comer unos cuantos papelotes. Sin embargo, creo que podría presumir de una dieta bastante baja en falsedades y equilibrada en predicciones fallidas.

Pero, y con lo que está lloviendo en España y/o en Cataluña, sólo hay que dar un vistazo a la prensa para divisar la obesidad mentirosa de un buen grosor de la masa periodística de estos países. Temas como la corrupción de los populares u otros, o la eterna y hasta ahora estéril constitución del nuevo gobierno, o las también infinitas batallas que pululan en el ambiente, como la del proceso independentista, han generado una ingente creación de noticias que no superarían ni mucho menos la prueba del algodón de Milbank, y que nos las deberíamos comer bien acompañadas de choricitos, patatas, cocido madrileño o pan con tomate, y bien regadas con buenos vinos de las tierras madres. La verdad es que los fogones no dejarían de cocinar papeles de periódico y, visto el panorama, me atrevo a pronosticar que el nuevo ingrediente (los papeles de periódico) acabaría formando parte de la celebrada dieta mediterránea.

El Colegio de Periodistas debería tomar buena nota del modelo Milbanck y fomentar la ingesta de las noticias que no reúnan unos mínimos de decencia deontológica y, tiempo al tiempo, pronto veríamos incrementar el peso entre los gacetilleros del gremio. Eso o me como mis palabras.

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