La Cataluña salvaje

Cataluña continúa siendo, mil años después, un territorio de frontera. La geopolítica nos ha convertido en el apéndice meridional del eje franco-germánico que domina el Viejo Continente desde la caída y disgregación del Imperio romano. La entrada del Estado español en la Unión Europea no ha servido para que la economía catalana abandone la mentalidad periférica y subsidiaria. Al contrario, ha profundizado la decadencia y la degradación de nuestro tejido empresarial.

Más allá de la propaganda oficial, Cataluña destaca en el contexto europeo por:

*Ser un destino del turismo de masas low cost, donde el alcohol, el tabaco, las drogas, la fiesta y la tolerancia de las autoridades son imbatibles, en comparación con los países de procedencia de los visitantes. Con cerca de 18 millones de turistas anuales, Cataluña es la principal receptora española de visitantes extranjeros. Esta densidad de turistas por metro cuadrado es obviamente insostenible y, más allá de la riqueza que aportan, condicionan, estacionalizan e hipotecan nuestra economía. Una consecuencia perversa de este alud de visitantes es la escasez y la especulación que castiga el alquiler de viviendas en Barcelona, ante la explosión del fenómeno de los apartamentos turísticos.

*Ser el paraíso europeo de la prostitución, ante la increíble pasividad y permisividad de las autoridades. La primera imagen que tiene un extranjero que llega a Cataluña por La Jonquera es la de las chicas que hacen la carretera y la del megaprostíbulo Paradise, famoso entre todos los camioneros europeos y los franceses del Midi. Barcelona, ciudad de ferias y congresos, ha roto todos los límites al acoger en un equipamiento municipal, el pabellón del Valle de Hebrón, un multitudinario salón de la pornografía patrocinado por una empresa de prostitución. Tiene toda la razón del mundo Xavier Trias cuando reprocha a la alcaldesa Ada Colau este aberrante despropósito que atenta contra la maltrecha dignidad de las mujeres.

*En Cataluña hemos prohibido las corridas de toros… pero hemos convertido el país en el matadero de animales más grande de Europa. Cada año se sacrifican aquí más de 20 millones de cerdos y más de 200 millones de gallinas. ¿Es que tal vez no sufren estas pobres bestias? La proximidad a los mercados de la Europa rica, la laxitud de los controles ambientales y la explotación esclavista de los trabajadores de los mataderos -en su mayoría inmigrantes forzados a encuadrarse en falsas cooperativas- hacen que seamos muy «competitivos» en el sector cárnico, uno de los motores actuales de la economía catalana.

*El ‘lobby’ de la carne tiene, de siempre, una gran influencia en la Generalitat. Esto explica que el gobierno apruebe sin cesar la construcción de nuevas granjas y la ampliación de las que ya existen. En Cataluña ya hay más cerdos que personas. La contaminación de los purines es escalofriante y ha provocado que los acuíferos de medio país estén llenos de nitratos y, por lo tanto, que el agua sea insalubre. La irresponsabilidad de la Generalitat, la de ahora y la de antes, es criminal. En los países civilizados de la Unión Europea, la permisividad y el descontrol que hay aquí con los purines es impensable. Por eso, podemos presumir de ser tan «competitivos», puesto que las granjas no pagan nada para evitar la contaminación que provocan, como sí pasa norte allá.

*Algo parecido sucede con los vertederos de residuos. Como constatan y denuncian los vecinos, cada vez son más los camiones con matrículas extranjeras cargados de desechos –¿tóxicos? ¿peligrosos?- que viajan hasta Cataluña para depositarlos en los vertederos que gestionan empresas privadas. ¿Quién controla qué pasa realmente en los grandes centros de vertido de residuos que tenemos repartidos por el territorio (Can Matas, Vacarisses, Castellolí, Lloret, Tivissa…)?

*El efecto frontera también ha hecho que en Cataluña prolifere vertiginosamente en los últimos tiempos otra «industria»: el cultivo de la marihuana a gran escala, destinada fundamentalmente a la exportación. Los mossos de esquadra no paran de desmantelar plantaciones, cada vez más grandes y más sofisticadas, que se expanden y multiplican por todo el territorio. En este sentido, nos estamos convirtiendo en el «Marruecos de Europa» y de aquí sale buena parte de la marihuana que se fuma en los países del otro lado de los Pirineos.

*La «desconexión» que ya existe entre los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (policía nacional y guardia civil) y los mossos de esquadra hace que Cataluña sea un territorio especialmente vulnerable. Los mossos de esquadra no tienen acceso directo a la red de Interpol y las mafias de todo el mundo lo saben y lo aprovechan para instalarse en este «agujero negro» europeo, donde constatan que tienen más libertad de movimientos que en cualquier otro lugar del Viejo Continente. Las organizaciones criminales rusas, ucranianas, georgianas, balcánicas, italianas, chinas, francesas… han convertido Cataluña en su «santuario» particular, ante la impotencia de los mossos de esquadra, que no dan abasto.

(En el último debate de política general celebrado en el Parlamento de Cataluña, ninguno de estos gravísimos problemas fue abordado por ningún ilustre diputado/da. Eso sí: prosperó la hipotética convocatoria de un hipotético referéndum binario de una hipotética independencia para el mes de septiembre del 2017).

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