Diecisiete miembros de la ejecutiva del PSOE han presentado su dimisión con la voluntad de hacer caer a Pedro Sánchez, como primer secretario del partido. Esta tarde, estos críticos con la actual dirección han llevado sus dimisiones a la sede del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid.
Los encargados de llevar las diecisiete firmas en Ferraz, han sido el dirigente de Andalucía, Antonio Pradas, y Eva Martin, secretaría de Inmigración del PSOE y persona cercana a la ex dirigente madrileño, Tomàs Gómez.
Hoy la ejecutiva del partido la formaban 35 miembros, a pesar de que con anterioridad habían sido 38. De los 35 actuales, dos ya habían dimitido, por lo cual con los 17 de hoy ya suman los 19, que son la mitad más uno de los miembros de la ejecutiva, lo que los críticos consideran suficiente para que el partido pase a ser dirigido por una gestora.
Los miembros que han dimitido hoy son todos andaluces, menos Maria Luisa Fanega, y los dirigentes especialmente enfrentados a Sánchez, como son Carme Chacón, y los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page y el de Valencia, Ximo Puig.
Los otros dimitidos son: por Andalucía, Micaela Navarro (presidenta del PSOE), Antonio Pradas (secretario de Político Federal), María José Sánchez Rubio (secretaría de Sanidad) Estefania Martín Palop (secretaría de Formación), Noemí Cruz (secretaría de Cooperación por el Desarrollo), y los vocales Francisco Pizarro y Juan Pablo Durán. Por Castilla-La Mancha también han dimitido Manuela Galiano (secretaría de Pequeños Municipios) y Luz Rodríguez (secretaría de Ocupación). Por Madrid han dimitidio Tomás Gómez (vocal) y Eva Matarín (secretaría de Inmigración). Por Canarias, José Miguel Pérez (secretario de Enseñanza). Por Aragón, Carlos Pérez Anadón, y por Extremadura, María Ascensión Murillo.
De todos modos, los estatutos del PSOE no dejan claro que con la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la ejecutiva del partido, sea de obligado cumplimiento poner la dirección en manos de una gestora. A pesar de que hay el precedente, como cuando dimitió el secretario general del partido, Joaquín Almúnia, o cuando dimitieron más de la mitad de los miembros de la ejecutiva del PSOE de Castilla y León. En los dos casos, se crearon gestoras de dirección, a pesar de que, en los dos casos, hubo consenso en que había que hacerlo.
