Las primeras espadas de Convergència están marcando distancias estos últimos días con la CUP: primero, Quico Homs se puso a atacarlos, el mismo día que los cupaires se manifestaban junto con ERC y los comunes en favor de los representantes municipales encausados. Después, la presidenta de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), Neus Lloveras, que también es la alcaldesa de Vilanova i la Geltrú, desacredita su colega de Berga, la cupaire Montse Venturós, por poner «problemas» al proceso por el hecho de estar inculpada judicialmente.
Estas declaraciones no son una casualidad, sino que se producen a las puertas de una campaña electoral en la cual los convergentes han decidido mostrarse como una formación centrada y, por lo tanto, tienen que distanciarse de los anticapitalistas de cara a la opinión pública.
Mientras tanto, el presidente de la Generalitat, el convergente Carles Puigdemont, evita decir nada que pueda molestar la CUP, no sea que den marcha atrás en la aprobación de los presupuestos ahora que casi los han convencido. El vicepresidente económico, el republicano Oriol Junqueras, ha previsto que se voten en el Parlamento en julio, una vez pasadas las elecciones generales.