La alcaldesa pescadera

No sé cuál debe ser la mala experiencia de Félix de Azúa con las pescaderas. Quizás el trauma le viene porque las que ha conocido ignoraban quién es y que se dedica a sacar sapos y culebras por la boca para compensar otras carencias. Yo, a diferencia de él, las idolatro porque me nutren de uno de los alimentos más ricos del planeta. Siempre que hago turismo visito los mercados y el primer lugar donde hago el chafardero es en las paradas de pescado y marisco. Me gusta observar la maña con la que la pescadera corta, filetea y limpia el género. El clímax llega cuando las escamas salen disparadas provocando una lluvia plateada que te acaba rebozando.

Habitualmente, compro el pescado en el mercado de Santa Caterina. Mi pescadera es increíble: a la vez que me corta el pescado con un cuchillo descomunal me aconseja cómo cocinarlo al horno y se discute con el marido porque se ha equivocado con los encargos y se ha quedado corto. Es el alma del negocio familiar, se mueve en un espacio minúsculo que comparte con una trabajadora a la que tiene frita porque todo lo hace mal y ha atendido durante meses con una hernia discal y un brazo enyesado. Excepto una vez que se olvidó de ponerme el pescado en la bolsa después de haberlo cobrado, siempre vuelvo a casa cargada más de la cuenta.

La comparación de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con las vendedoras de pescado no es odiosa aunque el áspero De Azúa Comella lo piense. Cómo se nota que el rapsoda no pisa mucho el mercado porque ya lo hace la criada. Supongo que el aburrimiento y la falta de inspiración deben de ser las razones que explican sus contínuos rebuznos contra todo lo que viene de Cataluña. Esto y el hecho de que como que el asiento que ocupa en la Real Academia de la Lengua Española corresponde a una letra muda, ha de hacerse notar diciendo improperios machistas y clasistas como el señorito de Pedralbes que desprecia a las mujeres en castellano porque el catalán es una lengua de menestrales y campesinos.

No pienso perder ni cinco minutos de mi tiempo pidiendo su destitución fulminante de la RAE por la sencilla razón que el mejor desprecio que se le puede hacer a un literato maleducado es tratarle con indiferencia, pero sospecho que si él tuviera que escoger entre Ada Colau y Rita Barberá para ir a cenar preferiría compartir carajillo con la refinada senadora popular y exalcaldesa de Valencia. Es mucho más divertido hacer la sobremesa con la reina del caloret fallero que no con una pescadera disfrazada de alcaldesa que no hace más que hablar de refugiados y de pobres. Qué mal gusto.

Félix de Azúa cree que poniendo a parir a la Colau la desprecia a ella, a los barceloneses que la han votado y, de paso, a todas las pobres pescaderas del mundo cuando en realidad lo que demuestra es tenerla muy pequeña. No seáis mal pensados. Me refiero al tamaño de la materia gris de su presuntamente excelso cerebro de intelectual ensimismado. Cada vez que el señor H abre la boca y escupe su bilis crece el número de independentistas, de feministas y de admiradores de Ada Colau. Siga así con su trauma infantil no resuelto. Aquí estamos encantadas.

(Visited 38 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario