El ‘futuro’, según Oriol Junqueras

En el gobierno surgido de la XI legislatura del Parlamento de Cataluña brilla con nombre propio el presidente de Esquerra Republicana y vicepresidente de Economía y Hacienda, Oriol Junqueras, convertido en el hombre fuerte del ejecutivo. Personas de su cuerda dirigen las consejerías de Salud (Toni Comín), Justicia (Carles Mundó), Trabajo (Dolors Bassa), Agricultura (Meritxell Serret) y Relaciones Exteriores (Raül Romeva). Además, tiene el «control remoto» de la presidencia del Parlamento (Carme Forcadell), de Catalunya Ràdio (Saül Gordillo), de la secretaría de Comunicación del gobierno (Miquel Martín Gamisans) y de la estratégica dirección general de Medios de Comunicación (Jordi del Río), instancia donde se deciden y distribuyen las subvenciones a las empresas mediáticas de Cataluña.

Con el permiso de Carles Puigdemont –que pasaba por allí-, bien se puede decir que, actualmente, la Generalitat «es» Oriol Junqueras. Por eso hay que seguir e interpretar con mucha atención sus gestos, sus palabras y sus decisiones para saber, en cada momento, por dónde van los tiros del ‘procesismo’. Aunque tenga una dicción clara y una dialéctica muy articulada, el ex-alcalde de Sant Vicenç dels Horts es, en general, una persona críptica y ambivalente que acostumbra a emplear conceptos políticos muy abstractos y de difícil concreción.

El pasado día 20, escribía en su cuenta de Twitter: «Hoy, lamentando la muerte de Umberto Eco, vale la pena recordar el 107 aniversario del Manifiesto Futurista de Filippo Tommaso Marinetti«. Oriol Junqueras se educó, desde pequeño, en la Escuela Italiana de Barcelona y tiene, por lo tanto, una amplia cultura italianizante. Es normal que tenga unas palabras de recuerdo para el colosal intelectual, filósofo y escritor italiano Umberto Eco, que acaba de morir, pero sorprende que lo mezcle con el poeta y prescriptor político Filippo Tommaso Marinetti, precursor del fascismo y leal al duce Benito Mussolini hasta su muerte.

Pero, ¿por qué «vale la pena» –en palabras del vicepresidente de la Generalitat- «recordar el 107 aniversario» –una efeméride muy extraña- «del Manifiesto Futurista«? ¿Tal vez le impactó cuando era estudiante de la Escuela Italiana de Barcelona y se convirtió en uno de los textos de cabecera del joven Oriol Junqueras?

Realmente, nos lo tendría que aclarar y saber cuál es su grado de identificación con este panfleto, publicado en 1909. La cuestión no tendría más importancia si Oriol Junqueras continuara siendo un profesor de la Universidad Autónoma, donde la libertad de cátedra es un principio sagrado. Pero, dado el poder y la responsabilidad política que concentra en estos momentos, es fundamental que el vicepresidente de la Generalitat verbalice cuál es su relación con el pensamiento de Filippo Tommaso Marinetti. ¿Lo admira? ¿Lo rechaza? ¿Le emociona? ¿Le hace vomitar?

Con un buscador de Internet es muy fácil acceder al texto entero del Manifiesto Futurista que, en su momento, levantó una gran polémica en los círculos artísticos, intelectuales y políticos italianos. En síntesis, es una transposición del pensamiento de Nietzsche al otro lado de los Alpes, una reivindicación del «superhombre» mezclada con la exaltación de los adelantos de la revolución industrial (los coches, los aviones, las chimeneas de las fábricas…). Este panfleto era, obviamente, una provocación para –como dicen los franceses- épater les bourgeois. Lo grave es que los ‘futuristas’ crearon escuela y se acabaron convirtiendo, con Marinetti al frente, en uno de los referentes ideológicos e intelectuales del movimiento fascista italiano, que acabaría cuajando unos años más tarde de su publicación en el diario francés Le Figaro e imponiendo –a través del «derecho a decidir»- una dictadura sanguinaria y aberrante.

No hay que recordar aquí las barbaridades y atrocidades del fascismo de Benito Mussolini. Sólo apuntaré que los sectores más heavys del independentismo catalán de los años 30 se inspiraron en la Italia del Duce y copiaron sus prácticas militaristas y autoritarias. La historia también es conocida: el régimen fascista italiano apoyó incondicionalmente el golpe de Estado del general Francisco Franco contra la II República y los aviones de Mussolini aterrorizaron Cataluña durante la Guerra Civil con sus bombardeos indiscriminados contra la población civil.

Ya lo proclamaba Filippo Tommaso Marinetti en su Manifiesto Futurista: «Nosotros queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, los bellos ideales por los cuales se muere y el desprecio por la mujer» (…). «Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las otras cobardías oportunistas y utilitarias». (Por cierto, Salvador Sostres –reconvertido en gran admirador de Oriol Junqueras- no anda demasiado lejos de este nihilismo profundamente religioso y reaccionario).

¿Qué hay que pensar de nuestro vicepresidente de Economía y Hacienda? ¿Que es un chalado que todavía está «flipado» con sus lecturas adolescentes de Marinetti? Entonces es, indudablemente, un peligro público que utiliza la máscara de la «revolución de las sonrisas» para conquistar el poder –ya lo ha conseguido- y llevarnos al infierno particular de sus delirios ‘futuristas’. En especial, me habría gustado conocer la opinión de Muriel Casals -convertida, sin quererlo, en la «mártir del movimiento ‘procesista'»- sobre las afirmaciones despectivas de Filippo Tommaso Marinetti hacia las mujeres y el feminismo. A buen seguro que, con voz firme y serena, habría desautorizado indignadamente las ocultas pasiones literarias de Oriol Junqueras.

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