En algunas crónicas de prensa se le denomina «el Varoufakis catalán», por su cabeza pelada, su planta atlética, la radicalidad de su discurso y su desvergüenza, que hacen que se asemeje al exministro de finanzas griego. Pero, más allá de esta imagen de héroe político, también setá la de bon vivant, aburguesado, que desde hace casi una década vive en una torre del barrio de Mira-sol, en Sant Cugat del Vallès, con jardín y huertecito. Un digno representante del indépendance divine.
En la declaración de bienes que ha presentado en el Parlamento catalán, Raül Romeva expone que es propietario del 50% de dos inmuebles: una vivienda que ha comprado en 2015, con un precio de 155.000 euros; y una casa, su residencia habitual, que valora en 413.649 euros. Romeva precisa en la declaración patrimonial que la adquisición de esta vivienda en 2006 incluye «una parte de herencia y una parte de compraventa». La propietaria del otro 50% es su esposa, la sancugatense Diana Riba, con la que tiene dos hijos menores de edad.
Un antiguo compañero de viaje político explica que la familia Romeva Riba se instaló en esta casa de Mira-sol, que había sido propiedad de los abuelos de Diana, después de una profunda reforma arquitectónica integral, que es cuando se levantaron unas buhardillas a la azotea, encima de las dos plantas originales.
Estas fuentes señalan que si la torre saliera al mercado por poco más de 400.000 euros, que es el valor que Romeva declara en el Parlamento, alguien la compraría sin pensárselo. En su declaración de patrimonio, Romeva indica que hay una parte de herencia que correspondería a su esposa y una parte de compraventa.
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